La soledad de los números primos (2010)

“La soledad de los números primos” es una experiencia cinematográfica que, a pesar de ser adaptada con cariño del bestseller de Paolo Giordano, se siente, en última instancia, un poco incompleta. La película, dirigida por Alice Rohrwacher, captura magistralmente la atmósfera melancólica y la desolación existencial que caracteriza al libro, pero carece del filo y la complejidad que definen la obra original.

El guion, en general, es sólido, planteando la premisa de la relación entre Mattia (Tommaso Ciampa) y Alice (Malin Akerman) con una sutileza que recuerda a la narrativa de Giordano. La relación, construida sobre la percepción de ser "primos gemelos" – individuos solitarios conectados pero incapaces de alcanzar una intimidad profunda – es el núcleo central de la historia. Rohrwacher evita las explicaciones directas, optando por sugerencias visuales y diálogos ambiguos que transmiten la incomunicación y el aislamiento de sus personajes. Sin embargo, la película a veces se pierde en largas escenas contemplativas que, aunque evocadoras, no contribuyen significativamente al desarrollo de la trama ni a la comprensión de las motivaciones de los protagonistas.

Tommaso Ciampa ofrece una actuación particularmente conmovedora como Mattia, capturando con precisión su torpeza, su miedo a la conexión y su búsqueda desesperada de significado en un mundo que le resulta alienante. Su mirada, llena de melancolía y un toque de vulnerabilidad, es el corazón pulsante de la película. Malin Akerman, por su parte, interpreta a Alice con una mezcla de intensidad y fragilidad, transmitiendo la sensación de estar atrapada en un vacío interior. Aunque su interpretación es respetable, no alcanza la profundidad emocional que el personaje merece, quizás por las limitaciones del guion.

La dirección de Rohrwacher, como suele ser habitual en su filmografía, se caracteriza por su sensibilidad visual. La filmografía de la directora se distingue por una estética particular, en la que el paisaje italiano rural se convierte en un personaje más de la historia, reflejando la soledad y el aislamiento de los protagonistas. La fotografía es preciosa, jugando con la luz y la sombra para crear una atmósfera opaca y melancólica. Los planos largos y las composiciones cuidadosas contribuyen a la sensación de quietud y desesperación. No obstante, a veces esta estética puede sentirse un poco sobrecargada, limitando el ritmo de la película.

A pesar de sus virtudes visuales y las sólidas actuaciones de los protagonistas, “La soledad de los números primos” no logra alcanzar el impacto emocional que se esperaría de una adaptación de un libro tan reconocido. Se siente más como una evocación que una completa traducción, un retrato sugerente pero a menudo distante de la complejidad de la historia original. La película deja al espectador con una sensación de insatisfacción, como si se hubiera perdido la oportunidad de sumergirse plenamente en la soledad y la búsqueda de sentido de sus personajes.

Nota: 6/10