La sombra (1994)

“La Sombra” (The Shadow), adaptada de la icónica obra gráfica de los años 30, no es simplemente otra película de detectives en el Hollywood de los 50; es una aproximación sorprendentemente ambiciosa a un mito urbano, un espíritu que evoca la nostalgia de una época de héroes moralmente ambiguos y de una sensación palpable de peligro inminente. La película, dirigida por Vincent Salvan, logra capturar el tono de misterio y suspense que caracterizó al personaje original, aunque sin llegar a la perfección, se distingue por su atmósfera opresiva y su enfoque en la complejidad de la moralidad.

La trama, aunque comprensible, no es precisamente innovadora. La trama de un despiadado plan para controlar una arma letal, orquestado por un descendiente de Genghis Khan y sus leales secuaces, es una fórmula establecida. Sin embargo, lo que realmente distingue a “La Sombra” es la forma en que se desenvuelve y la presentación de Lamont Cranston, interpretado con una elegancia gélida por Philip Marlowe. Marlowe no es el héroe tradicional; es un hombre sofisticado, cínico y con un pasado oscuro, cuyo hedonismo se ve desafiado por la necesidad de actuar como el enigmático protector de la justicia. Su actuación es sutil y controlada, transmitiendo la frialdad y la autoprotección que caracterizan al personaje, evitando caer en la caricatura.

El diseño de producción es, en general, impecable. La paleta de colores, dominada por tonos oscuros y grises, contribuye a la atmósfera lúgubre y claustrofóbica, reflejando la corrupción que se esconde tras la fachada de glamour y opulencia de la sociedad de la época. La dirección artística se detalla en los escenarios, que recrean con fidelidad los casinos de alta sociedad y los callejones sombríos de las grandes ciudades, creando un ambiente que te envuelve y te hace sentir parte del relato.

El guion, escrito por Bernard Coppage, presenta algunas fisuras. El ritmo, en ocasiones, se siente pausado, incluso lentísimo, y algunas escenas podrían haberse beneficiado de un mayor dinamismo. Además, ciertos diálogos, aunque elegantemente redactados, pueden resultar algo artificiosos. No obstante, la complejidad psicológica del personaje de Lamont Cranston y la exploración de sus dilemas morales justifican estas imperfecciones. La película se centra en la incertidumbre, en la pregunta de si los fines justifican los medios, un tema que, aunque no es nuevo, se aborda con una perspicacia interesante.

Sin embargo, la película no está exenta de problemas de ritmo, y algunas de las secuencias de acción, aunque visualmente atractivas, parecen desproporcionadas en relación con la seriedad del tono general. Además, el villano, Shiwan Khan, representado por el imponente James Russo, carece de la amenaza que su contraparte del cómic inspiró. A pesar de ello, la película ofrece un sólido entretenimiento visual y narrativo, una valiosa adaptación de un clásico que, aunque no alcanza la grandeza de su original, merece la pena ser vista por los amantes del cine noir y los aficionados a las historias de misterio con toques de aventura.

Nota: 7/10