La tapadera (1993)

“La tapadera” (The Firm, 1993) no es una película que resuelva misterios con la claridad de un thriller clásico, sino que se asienta sobre una atmósfera de paranoia creciente y un suspense psicológico que, a pesar de sus defectos técnicos, logra mantener al espectador enganchado desde sus primeros minutos. La historia de Mitch McDeere, interpretado con una naturalidad admirable por Tom Cruise, es un estudio sobre la ambición, la lealtad y la fragilidad de la percepción. Nos presenta a un joven abogado, recién salido de Harvard y ansioso por demostrar su valía, que se ve envuelto en una red de secretos y traiciones dentro de un bufete de abogados de renombre en Memphis.

La dirección de Robert Towne es sutil pero efectiva. Evita los espectáculos visuales y se centra en la construcción gradual de la tensión. La película construye lentamente un clima de desconfianza, no a través de revelaciones repentinas, sino a través de miradas, gestos y diálogos ambiguos. Towne utiliza con maestría la iluminación y la fotografía para reflejar la creciente inquietud de Mitch, transformando la ciudad de Memphis en un personaje casi claustrofóbico. La paleta de colores oscuros, los interiores con poca luz y la atmósfera húmeda evocan una sensación de opresión y peligro.

La actuación de Tom Cruise es uno de los pilares fundamentales de la película. Lejos de caer en la estereotipada imagen de héroe irresistible, Cruise ofrece una interpretación más realista y vulnerable de Mitch. Su personaje evoluciona de joven ambicioso a un hombre desorientado y aterrorizado, y Cruise captura esa transformación con una gran sutileza. Sin embargo, el papel de Samuel L. Jackson como Pawners es crucial y le otorga una profundidad inesperada a la película. Su presencia genera un poder inquietante y su personaje se convierte en un símbolo del peligro que acecha a Mitch. La dinámica entre ambos, a pesar de ser breve, es fundamental para la tensión.

El guion, adaptado de un libro de Scott Turow, no es perfecto, y en algunos momentos se siente algo apresurado o inverosímil. Ciertas situaciones, como la secuencia de los asesinatos, parecen diseñadas para sorprender al público, pero en el proceso pueden perder parte de su impacto. No obstante, la trama principal es sólida y la exploración de temas como la corrupción, el poder corporativo y la manipulación legal son pertinentes. La película se permite un cierto nivel de melodrama, pero lo equilibra con el suspense y la incertidumbre, creando un resultado satisfactorio. La novela original, a pesar de sus complejidades, se simplifica en la película. Sin embargo, esta adaptación logra, de manera brillante, transmitir el mensaje subyacente sobre la vulnerabilidad de la verdad y la facilidad con la que puede ser manipulada.

En definitiva, “La tapadera” es un thriller legal inteligente y entretenido que, si bien no llega a ser un clásico absoluto, merece la pena ver por la sólida actuación de Tom Cruise, la dirección efectiva de Robert Towne y el tema que aborda. No es una película que revolucionará el género, pero sí que ofrece una experiencia cinematográfica disfrutable y que invita a la reflexión sobre la naturaleza de la confianza y el precio de la ambición.

Nota: 7/10