La tempestad (2010)

“La tempestad” de Peter Taymor es, sin duda, una de las adaptaciones más audaces y visualmente impactantes del clásico de Shakespeare. Lejos de la interpretación convencional, Taymor reinventa el mito de Prospero y Miranda, transformando a Prospero en una poderosa bruja, Próspera (interpretada con una maestría absoluta por Helen Mirren), y la isla de la Tempestad en un reino mágico, una manifestación física de su ira y su deseo de proteger a su hija de las intrigas del mundo exterior. Esta reinterpretación, aunque arriesgada, ofrece una perspectiva nueva y, en muchos sentidos, más relevante sobre las dinámicas de poder, el trauma y la redención.

La dirección de Taymor es, como es habitual en su filmografía, exuberante y teatral. Cada escena es una coreografía visual, con un uso magistral del color, la iluminación y la escenografía. La isla no es simplemente un lugar, sino una entidad viva, representada por un complejo entramado de estructuras de madera, setos laberínticos y efectos especiales sutiles pero efectivos. La música, compuesta por Craig Armstrong, se funde con el ambiente, intensificando la carga emocional y creando una atmósfera de ensueño, pero también de inquietud. Taymor no rehuye la complejidad de la obra original, y la puesta en escena de las escenas de la venganza, especialmente la culminación del duelo entre Alonso y Caliban, es brutal y visceral, reflejando la crudeza del conflicto interno de Próspera.

Las actuaciones son de alto nivel. Helen Mirren ofrece una interpretación cautivadora de Próspera, transmitiendo a la perfección la frustración, el dolor y la sabiduría de una mujer que ha perdido su reino y su familia. La química entre Mirren y Lucy Punch, quien interpreta a la deslumbrante Ariel, es palpable y divertida, aportando un contrapunto cómico a la seriedad del drama. El elenco secundario, incluyendo a Kevin Kline como Alonso y Riccardo Antonio Riccardi como Ferdinando, cumplen con sus papeles, aunque la dirección no les concede el mismo nivel de protagonismo que a los personajes principales.

Sin embargo, la película no está exenta de fallas. El guion, aunque fiel a la esencia de la obra de Shakespeare, a veces se siente un poco apresurado y carente de profundidad en la exploración de los personajes secundarios. La trama, en ocasiones, se inclina hacia lo espectacular y lo visual, sacrificando la sutileza dramática. Además, algunos diálogos, especialmente las adaptaciones de las obras de Shakespeare, pueden resultar un poco torpes y forzadas, aunque Taymor se esfuerza por mantener la poesía del original. La resolución, aunque satisfactoria, podría haberse extendido un poco más, permitiendo un mayor desarrollo de las consecuencias de las acciones de Próspera.

A pesar de estas pequeñas imperfecciones, “La tempestad” es una experiencia cinematográfica inmersiva y memorable. Es una película que invita a la reflexión sobre el poder, la venganza, la perdición y la búsqueda de la redención. El uso de la magia y el espectáculo son elementos complementarios que realzan la historia, sin eclipsar la profundidad emocional del drama. En definitiva, es una adaptación ambiciosa y visualmente impactante que merece ser vista.

Nota: 7/10