‘La tentación vive arriba’ es un drama con una vibra palpable, una observación agridulce y, en última instancia, una película que deja un sabor amargo. Dirigida con elegancia por Todd Haynes, la película se sumerge en la soledad y el deseo de Richard Sherman, un hombre frustrado por una existencia ordinaria a pesar de su trabajo como ilustrador de libros infantiles, un oficio que le permite mantener un trabajo estable pero carente de gratificación personal. Haynes logra un efecto inquietante, la atmósfera de la película está cargada de una melancolía casi opresiva, como si la propia ciudad de Nueva York, con su bullicio y su aparente abundancia, fuese un obstáculo para encontrar la felicidad.
Christian Bale ofrece una actuación magistral, transformándose en Richard Sherman con una intensidad silenciosa y una mirada que revela la tormenta interior del personaje. Su Richard es un hombre observador, casi un espectador de su propia vida, atrapado en un ciclo de insatisfacción. Bale no recurre a grandes explosiones emocionales, sino que se concentra en la sutileza, en los pequeños gestos, en las miradas furtivas que revelan su frustración y su anhelo de escapar de la monotonía. Su interpretación es un ejercicio de control y vulnerabilidad a la vez.
El guion, adaptado de la novela homónima de Curtis Hanson, no es excesivamente complejo, pero sí efectivo en su simplicidad. Se centra en la experiencia de Richard, en su lucha contra el deseo y su incapacidad para conectar con el mundo que le rodea. La trama, sin embargo, funciona sorprendentemente bien gracias a la habilidad del guionista para crear un ritmo pausado y contemplativo. La película no se centra en la acción, sino en la exploración de la psicología del personaje, en sus pensamientos y sus fantasías. La relación con la joven y atractiva Janice (Catherine Keener) no es un mero detonante del conflicto interno de Richard; es más bien una catalizador que le permite confrontar sus propios deseos reprimidos.
La dirección de Haynes es precisa y metódica. El uso del color y la luz juega un papel crucial en la construcción de la atmósfera de la película. Los colores apagados y las luces fluorescentes de Nueva York contrastan con la vibrante paleta de colores de los libros infantiles que Richard ilustra, creando una sensación de desasosiego y desconexión. Las escenas en el apartamento de Richard, con sus muebles desgastados y su decoración minimalista, reflejan su estado emocional: vacío y desolado. Haynes logra que la pantalla se convierta en un reflejo del alma del protagonista, transmitiendo sus sentimientos sin necesidad de diálogos excesivos.
Sin embargo, la película no está exenta de defectos. A veces la lentitud puede resultar excesiva y el ritmo pausado puede no ser del gusto de todos los espectadores. Además, la falta de desarrollo de los personajes secundarios contribuye a una sensación de aislamiento y a la sensación de que Richard Sherman es un observador externo de su propia vida. A pesar de estas pequeñas carencias, 'La tentación vive arriba' es una película potente y reflexiva, que invita a la introspección y a la reflexión sobre la naturaleza del deseo y la búsqueda de la felicidad.
Nota: 7/10