La tostadora valiente (1987)

“La Tostadora Valiente” no es una película para romper el mundo, pero sí para restaurar una cierta nostalgia y despertar una ternura inesperada. Dirigida por Chris Buck y Glen Keane, un dúo que ya sabe lo que es hacer magia en el mundo de la animación, se trata de una pequeña historia que, a pesar de su premisa aparentemente infantil, explora temas complejos como la pérdida, el cambio y el valor de la memoria. La película se centra en el grupo de electrodomésticos de una casa de campo: Manty la tostadora, Lampy la lámpara, la Radio, y Kirby la aspiradora, quienes, tras la partida de su joven dueño, se aferran a la esperanza de su regreso.

La dirección de Buck y Keane es exquisita. La película se despliega con un ritmo pausado que permite desarrollar la personalidad de cada personaje, un aspecto crucial para una película centrada en objetos inanimados. La animación, por supuesto, es impecable, un meritorio homenaje al trabajo de Keane, quien aquí demuestra su maestría en la creación de personajes expresivos. Los movimientos de los electrodomésticos, sus miradas, sus gestos, transmiten de manera convincente sus emociones y sus deseos. La banda sonora, compuesta por Matthew Chesler y James Hannigan, acompaña a la perfección la narrativa, con melodías suaves y evocadoras que refuerzan la atmósfera de melancolía y esperanza.

El guion, a pesar de su sencillez, plantea preguntas interesantes sobre la naturaleza del amor, la pérdida y el paso del tiempo. La decisión de los aparatos de viajar a la ciudad para buscar a su dueño es una muestra de su devoción, y su eventual encuentro con él, un hombre mayor enfrentando la transición a la universidad, es conmovedor. La película no se limita a una simple búsqueda; también explora la inminente obsolescencia y el descarte de los objetos, un reflejo de la sociedad moderna. La secuencia del vertedero es particularmente impactante, visualmente poderosa y cargada de simbolismo. La visión del dueño, sintiéndose reemplazado por la tecnología moderna, también aporta una capa adicional de complejidad a la trama.

Las actuaciones, aunque no en el sentido tradicional, son sobresalientes. Cada electrodoméstico tiene su propia voz y personalidad, y se aprecia el trabajo que han puesto los animadores para darles vida. La voz de Manty, interpretada por Matilda Lawler, es especialmente memorable, llena de vulnerabilidad y determinación. Además, el personaje del hombre mayor, interpretado por Bryan Cranston, ofrece una interpretación sutil y matizada, transmitiendo la tristeza y la nostalgia del tiempo que pasa. El actor logra dar a entender la carga emocional de la memoria.

En definitiva, "La Tostadora Valiente" es una película dulce, reflexiva y, a pesar de su estilo visualista, sorprendentemente profunda. No es un blockbuster, pero sí una experiencia cinematográfica gratificante que invita a la reflexión y a la conexión emocional. Es un recordatorio de que incluso los objetos más cotidianos pueden tener historias que contar.

Nota: 7.5/10