La última apuesta (Mississippi Grind) (2015)

“La Última Apuesta (Mississippi Grind)” no es, ni de lejos, una película con grandes explosiones o efectos especiales. Es una película lenta, contemplativa y, sorprendentemente, profundamente conmovedora sobre la fragilidad de la esperanza y la búsqueda desesperada de redención. Dirigida por Jake Johnson, la película se centra en la relación inesperada que surge entre Gerry (Ben Mendelsohn), un jugador al borde del colapso, y Curtis (Ryan Reynolds), un joven lleno de optimismo y suerte. Lo que comienza como una simple conexión basada en la necesidad mutua de compañía se transforma en un viaje emocional que explora temas de adicción, arrepentimiento y la posibilidad de un nuevo comienzo.

Ben Mendelsohn ofrece una actuación magistral como Gerry. Su interpretación es impecable, transmitiendo la desesperación y la soledad de un hombre atrapado en una espiral de deuda y autodestrucción. Mendelsohn logra que el espectador empatice profundamente con Gerry, entendiendo sus decisiones erradas y sus motivaciones más profundas. No es un personaje agradable, ni se pretende que lo sea, pero su vulnerabilidad y la forma en que lucha contra sus demonios lo convierten en extraordinariamente humano. Ryan Reynolds, por su parte, aporta una vitalidad contrastante a la historia. Curtis es el sol que irradia luz en un paisaje sombrío, pero su propia búsqueda de la suerte y la libertad añade una capa de complejidad a la trama. La química entre Mendelsohn y Reynolds es sutil pero palpable, construyendo una relación basada en la admiración mutua y una necesidad compartida de escapar de sus vidas.

El guion, escrito por Jake Johnson y Berry Zucker, es elegante y pausado. La dirección de Johnson es notable, logrando crear una atmósfera palpable de melancolía y anhelo. El film evita los clichés del género y se centra en la psicología de los personajes y en la construcción de la relación entre ellos. Los diálogos son naturales y reveladores, permitiendo que la historia fluya de forma orgánica. La ambientación, especialmente la representación de Nueva Orleans, es evocadora y contribuye a la atmósfera general de la película. Si bien el ritmo lento podría no ser del gusto de todos, es fundamental para lograr la profundidad emocional que busca la película. "La Última Apuesta" no ofrece respuestas fáciles, ni soluciones brillantes. Se limita a mostrar la lucha, la esperanza y, quizás, la aceptación de que a veces, lo único que podemos hacer es apostar por un último cambio.

La película es un ejercicio de sutileza y de observación psicológica, una comedia dramática que, en el fondo, es una reflexión sobre la vida y sobre cómo, a veces, la compañía inesperada puede ser la salvación. Es una película que se queda en la memoria, invitando a la reflexión y a la empatía.

Nota: 8/10