La última canción (2010)

“La Última Canción” (The Last Song) no es una película que rompa moldes ni que ofrezca una experiencia cinematográfica radicalmente innovadora. Sin embargo, es un drama adolescente bien construido y con suficiente calidez emocional para resultar agradable, especialmente para aquellos que buscan una comedia romántica con un toque melancólico. La película se centra en la historia de Ronnie, una adolescente desencantada que se ve obligada a pasar el verano en un pueblecito sureño con su padre, un ex-músico rock con quien tiene una relación tensa. La premisa, aunque no es especialmente original, sirve de base para un relato sobre la reconciliación familiar, la búsqueda de identidad y, por supuesto, el primer amor.

La dirección de Zach Hemlock se mantiene contenida y sutil. No intenta elevar la historia a un nivel grandioso, sino que se centra en los pequeños detalles, las miradas entre los personajes y la atmósfera del entorno sureño. La fotografía, con sus colores cálidos y la luz dorada del atardecer, contribuye significativamente a crear una sensación de nostalgia y a resaltar la belleza del paisaje. Hemlock se permite momentos de lirismo, especialmente cuando se muestra la práctica musical de Steve, pero sin caer en excesos sentimentalistas. Es una dirección discreta pero efectiva, que sabe transmitir la atmósfera de la historia sin llamar demasiado la atención.

El corazón de la película reside en las actuaciones. Josh Hutcherson ofrece una interpretación creíble y conmovedora como Steve, un hombre marcado por el pasado y que busca desesperadamente conectar con su hija. Su evolución a lo largo de la historia es tangible y bien interpretada. Isabel Durant, como Ronnie, está igualmente convincente. Su personaje es inicialmente rebelde y desinteresado, pero poco a poco va mostrando su vulnerabilidad y su necesidad de afecto. La química entre Hutcherson y Durant es notable, lo que contribuye a la credibilidad de su relación. Los secundarios también cumplen con su papel, aunque sin destacar particularmente.

El guion, en mi opinión, es quizás el punto más débil de la película. Si bien la historia es sencilla y directa, carece de profundidad y de personajes secundarios que aporten matices a la trama. El romance, aunque presente, es un poco forzado y no evoluciona de una manera particularmente original. Algunos diálogos resultan torpes y repetitivos. Sin embargo, el guion cumple su cometido fundamental: establecer el conflicto inicial, presentar a los personajes principales y construir una narrativa coherente. A veces, la historia se siente un tanto predecible, pero la ternura de la relación entre Ronnie y Steve es suficiente para mantener el interés del espectador.

En definitiva, "La Última Canción" es un drama adolescente agradable, pero no imprescindible. Es una película reconfortante que aborda temas universales como la separación familiar, el dolor, la búsqueda de identidad y el poder de la música. Aunque el guion podría haber sido más elaborado, las buenas actuaciones de Josh Hutcherson e Isabel Durant y la atmósfera cálida de la película la convierten en una opción recomendable para una noche tranquila.

Nota: 6.5/10