La última mirada (2022)

“La última mirada” (The Last Thing He Told Me) no es un thriller frenético ni una revisión explosiva del género negro. Es, en esencia, una película de personajes, un drama pausado que se nutre de la tensión latente y del desarrollo lento pero profundo de la relación entre Charlie Waldo (Michiel Huisman) y Hannah Hall (Amanda Seyfried). La película, adaptada del primer libro de la serie de Howard Michael Gould, comienza con una premisa intrigante: un detective huérfano, ex-policía, marcado por una pérdida familiar y un estilo de vida minimalista, se aleja de la ciudad para vivir en completa soledad en una caravana, abrazando la sostenibilidad y la sencillez. Este mundo rural, dominado por la naturaleza y la ausencia de contacto social, crea un telón de fondo perfecto para el regreso inesperado de su ex, Hannah, una detective privada que se enfrenta a un caso que podría romper la fragilidad de su nueva vida.

Michiel Huisman ofrece una interpretación particularmente sutil y convincente de Charlie Waldo. El actor logra transmitir tanto la melancolía inherente a su personaje, resultado de su pasado traumático, como una sorprendente vitalidad y un genuino espíritu ecologista. No se trata de un héroe tradicional, sino de un hombre que ha renegado de las convenciones sociales y que busca la redención en la naturaleza. Amanda Seyfried, por su parte, aporta un contrapunto perfecto. Hannah es una mujer fuerte y decidida, pero también vulnerable y atormentada por sus propios demonios. La química entre Huisman y Seyfried es palpable desde los primeros minutos, y su relación evoluciona de manera orgánica, con momentos de tensión, complicidad y, por supuesto, romance. El guion, a cargo de Karan Cann y Joshua Johnston, se centra en la reconstrucción de la confianza, tanto romántica como profesional, a medida que se desentraña el misterio que los une.

Dirigida por Jake Kasdan, la película no se dedica a la espectacularidad visual ni a giros argumentales sorprendentes. La fuerza reside en la atmósfera, en la ambientación y en el ritmo deliberadamente lento. Se invierte la inversión de tiempo para construir la tensión dramática. La dirección es precisa y cuidadosa, resaltando la belleza del paisaje y utilizando la luz natural para crear una sensación de intimidad y vulnerabilidad. Sin embargo, la película podría haberse beneficiado de un mayor desarrollo del personaje de la víctima, el famoso actor, que, aunque sirve como catalizador de la trama, carece de profundidad. Su complejidad, como tantos otros elementos del guion, se reduce a la necesidad de avanzar la historia. No obstante, “La última mirada” se erige como un drama reflexivo sobre la pérdida, el perdón y la búsqueda de la felicidad en un mundo cada vez más complejo.

Nota: 7/10