La última palabra (2008)

“La última palabra” (The Last Thing He Told Me) es una comedia romántica que, a primera vista, podría parecer un cliché. Sin embargo, la película de Michael Winterbottom logra trascender las convenciones del género gracias a un guion inteligente, actuaciones sólidas y una dirección que equilibra la comedia con momentos genuinamente emotivos. No es la comedia más brillante del panorama, pero sí una experiencia agradable que nos invita a reflexionar sobre la soledad, la conexión humana y la posibilidad de encontrar la felicidad en los lugares más inesperados.

La historia, centrada en Evan Saunders (Jesse Eisenberg), un escritor que se gana la vida escribiendo notas de suicidio para personas que necesitan expresar sus sentimientos más profundos, y su relación con su hermana Charlotte (Amanda Seyfried), cuya pareja ha desaparecido misteriosamente, ofrece un punto de partida interesante. La trama se complica cuando se ve obligada a vivir con Evan, quien le pide ayuda para encontrar al hombre que ha contactado, y juntos deben desentrañar un secreto que amenaza con destruir sus vidas. Si bien la premisa podría parecer un poco descabellada, el guion, coescrito por Corey Schiff y Dana Stevens, logra mantener el interés gracias a su ritmo pausado y a sus diálogos agudos. La película no se apresura en construir la tensión, permitiendo que los personajes se desarrollen y que la relación entre Evan y Charlotte se construya de forma orgánica.

La dirección de Winterbottom se caracteriza por un estilo observador y minimalista. No busca efectos especiales grandilocuentes ni secuencias de acción impactantes. Se centra en los detalles, en las pequeñas miradas, en las conversaciones entre los personajes. La banda sonora, discreta pero efectiva, complementa a la perfección la atmósfera melancólica y a la vez esperanzadora de la película. El uso de la cámara es inteligente, a menudo enfocándose en los rostros de los actores, transmitiendo sus emociones de forma sutil y poderosa. A veces, el tratamiento visual se inclina hacia el realismo, reflejando la vida cotidiana de los personajes, mientras que en otros momentos adopta un tono más onírico, especialmente en las escenas donde se exploran los pensamientos y sentimientos de Evan.

Las actuaciones son, en general, sobresalientes. Jesse Eisenberg ofrece una interpretación matizada de Evan, un hombre introvertido y socialmente inepto, pero con una gran sensibilidad. Logra transmitir la vulnerabilidad y el dolor del personaje sin caer en la caricatura. Amanda Seyfried, por su parte, destaca por su carisma y su capacidad para expresar una amplia gama de emociones, desde la tristeza y la frustración hasta la esperanza y la alegría. La química entre Eisenberg y Seyfried es palpable, y su relación se siente genuina y convincente. El resto del reparto, incluyendo a Catherine Keener como la excéntrica madre de Evan, también aportan matices interesantes a la historia. No obstante, algunos personajes secundarios parecen algo desaprovechados.

En definitiva, “La última palabra” es una comedia romántica que sabe sorprender. Aunque no es la obra maestra del género, ofrece un enfoque diferente a la fórmula habitual, con personajes entrañables, un guion inteligente y una dirección cuidada. La película nos recuerda que a veces, el amor puede surgir de las circunstancias más inesperadas, y que incluso las personas más inadaptadas pueden encontrar la felicidad si están dispuestas a abrir su corazón.

Nota: 7/10