La última viajera del tiempo: Zafiro (2014)

“La Última Viajera del Tiempo: Zafiro” no es una película que deslumbre con efectos especiales o una narrativa vertiginosa. Es, sin embargo, una adaptación visualmente atractiva y, en cierto modo, inquietante que intenta capturar la esencia de la serie “Rubí” de Kerstin Gier. La película, en su segunda entrega, se sumerge en un mundo de viajes temporales, secretos ancestrales y un peligro latente que amenaza con consumir a los protagonistas. La película, en el fondo, explora temas complejos como el libre albedrío, la responsabilidad y el peso del pasado, aunque sin profundizar tanto como sus predecesas.

La dirección de Nicholas Andrzyk logra crear una atmósfera particular, una mezcla de romanticismo gótico y ciencia ficción sofisticada. Los escenarios, principalmente Florencia, son hermosos pero también inquietantes, contribuyendo al tono general de la película. Hay un manejo de la luz y la sombra muy efectivo, especialmente en las escenas de viaje en el tiempo, que logran generar una sensación de desorientación y amenaza. Sin embargo, la dirección a veces se siente un poco lenta y carente de dinamismo, lo que puede resultar tedioso para el espectador. Se busca un ritmo más contemplativo que, si bien funciona en algunos momentos, también ralentiza el desarrollo de la trama.

Las actuaciones son sólidas, con una destacada presencia de ClaudiaJesse como Gwen. Jesse aporta una vulnerabilidad y una determinación que se complementan muy bien. Su interpretación es la piedra angular de la película, transmitiendo la angustia y la confusión de una joven que descubre su destino. También merece mención el papel de Jamie Flatters como Gideon, quien logra dar una cierta ternura y misterio al personaje. No obstante, la relación entre Gwen y Gideon, que es el corazón emocional de la película, no siempre logra transmitir la profundidad que se espera, quedando a veces plana y predecible. La dinámica con Lucy y Paul, interpretados por Freya Tingley y Blake Harrison, es similar, aportando momentos cómicos pero sin alcanzar una mayor complejidad.

El guion es, en mi opinión, el punto más débil de la película. Si bien se intenta mantener fiel al espíritu de la novela, el ritmo es irregular y algunas tramas secundarias se sienten desaprovechadas. Los diálogos a veces son forzados y la explicación de los mecanismos del viaje en el tiempo resulta confusa, incluso para aquellos familiarizados con la serie. Se siente la necesidad de simplificar la historia para adaptarla al cine, lo que resulta en la pérdida de algunos detalles importantes y en una justificación poco convincente de ciertos eventos. El desarrollo del antagonista, el conde St. Germain, carece de la profundidad que necesitaba para ser un verdadero desafío para nuestros protagonistas.

En definitiva, “La Última Viajera del Tiempo: Zafiro” es una película entretenida para los fans de la saga, pero que no ofrece una experiencia cinematográfica particularmente memorable. Es un producto correcto, aunque con margen de mejora, que intenta transmitir un mensaje sobre la importancia de asumir las propias decisiones y sobre las consecuencias de alterar el pasado. No es una obra maestra, pero tampoco es un fracaso absoluto.

Nota: 6/10