La vuelta al mundo de Alvin y las ardillas (1987)

“La vuelta al mundo de Alvin y las ardillas” es, en el fondo, una comedia familiar en formato de aventura, pero una aventura con un corazón que, a pesar de sus fallas, logra conectar con el espectador. La película se apoya en una premisa bastante sencilla: Alvin y su pandilla, con la ambición desmedida de obtener fortuna, se ven envueltos en una persecución global para recuperar muñecos valuados en diamantes. Esta búsqueda, impulsada por la codicia, sirve como un vehículo para hilar situaciones cómicas, travesuras infantiles y, finalmente, una reflexión sobre la importancia de la amistad y el valor del trabajo en equipo.

La dirección de Ron Howard es solida y mantiene el ritmo a favor, equilibrando los momentos de acción con las situaciones más absurdas y divertidas. Howard sabe cómo manejar el carisma de los personajes, incluso cuando estos se comportan de manera completamente irracional. La película se beneficia enormemente de un diseño de producción vibrante y detallado, que transporta al espectador a diferentes escenarios espectaculares, desde la calle de Tokio hasta las pirámides de Egipto. La banda sonora es otro punto fuerte, con temas alegres y pegadizos que complementan a la perfección la acción en pantalla. Sin embargo, la dirección no siempre consigue evitar una sensación de artificio, como si algunas escenas fueran diseñadas para ser "divertidas" en lugar de sentirse orgánicas.

El reparto, liderado por el siempre encantador Austin Lewis como el padre de Alvin, ofrece interpretaciones sólidas. Lewis aporta una calidez y una paciencia admirable al lidiar con el caos de los hermanos York. Kara Hayward como Theodore, el más sensible de los hermanos, se destaca por su vulnerabilidad y su genuino afecto por la chica que lo lleva a conocer a Brittany. Pero la verdadera estrella indiscutible de la película es, sin duda, la pandilla de ardillas. Sus personalidades, cada una exacerbada hasta el extremo, son un deleite visual y cómico. Los efectos especiales que dan vida a los animales son impresionantes, logrando un realismo sorprendente que los convierte en personajes creíbles, al menos en el contexto de la película. Aunque a veces el humor se basa en la repetición de travesuras, la energía y la alegría que emana de los pequeños roedores es contagiosa.

El guion, coescrito por Ron Howard y Jeffrey Riva, es donde reside, quizás, la mayor debilidad de la película. Si bien la premisa es divertida y las situaciones son entretenidas, el desarrollo de la trama es superficial. Los personajes secundarios carecen de profundidad y sus motivaciones a menudo son poco claras. La historia se siente un poco apresurada, y algunos arcos narrativos se pierden sin una explicación convincente. La relación entre Alvin y Brittany, por ejemplo, no se explora suficientemente y se siente como una mera excusa para la persecución global. La moraleja final, sobre la importancia de la amistad, se presenta de forma algo simplista, pero no obstante, funciona de manera efectiva para cerrar la historia. En definitiva, la película ofrece entretenimiento ligero y visualmente atractivo, pero carece de la sustancia narrativa que podría haberla elevado a un nivel superior. Se disfruta, sin duda, pero no deja una impresión duradera.

Nota: 6.5/10