La vuelta al mundo en 80 días (1956)

“La vuelta al mundo en 80 días”, la reciente adaptación de la novela icónica de Julio Verne, llega a las pantallas con una ambición desmesurada y, en gran medida, un éxito considerable. Si bien el espíritu aventurero y la energía inherente a la historia original brillan a raudales, la película, bajo la dirección de Adrian McKillip, se enfrenta al reto de no solo trasladar un clásico a la gran pantalla, sino de hacerlo con una modernidad y un atractivo visual que compiten con otras producciones de aventuras del género. La película, sin duda, no logra la perfección, pero ofrece una experiencia cinematográfica entretenida y, en muchos aspectos, visualmente cautivadora.

La película se centra en Philleas Fogg (David Oyelowo), un caballero inglés de buen corazón pero con una propensión al juego y a las apuestas. La historia se despliega cuando, convencido por sus compañeros del club, se lanza a una audaz y ridícula apuesta: dar la vuelta al mundo en 80 días. Acompañado por el intrépido y pragmático Jean Passepartout (Omar Sy), y con la ayuda de la ingeniosa Abigail (Zuleikha Robinson), Fogg se embarca en una carrera contra el tiempo, enfrentándose a innumerables obstáculos, peligros y encuentros culturales que desafían su sentido de la moral y su comprensión del mundo. Oyelowo ofrece una interpretación sólida de Fogg, transmitiendo con convicción su determinación, su orgullo y, en ocasiones, su vulnerabilidad. Sy, por su parte, aporta al personaje un contrapunto cómico y una vitalidad que equilibran la seriedad de Fogg.

La dirección de McKillip se distingue por sus escenas de acción y sus secuencias de viaje que, aunque a veces carecen de la precisión y la riqueza de detalle que caracterizan la novela, sí logran capturar la sensación de aventura y velocidad. Las localizaciones son espectaculares y variadas, llevando al espectador a través de las bulliciosas calles de Londres, los vibrantes mercados de Hong Kong, las selvas de Indias y los desiertos de Egipto. Sin embargo, el guion, escrito por McKillip y cinco otros colaboradores, a veces se siente apresurado y carece de la profundidad que permitiría explorar con mayor detalle las relaciones entre los personajes y las implicaciones sociales de la aventura. Las subtramas, especialmente las relacionadas con el caso de espionaje, se ven un poco truncadas y no tienen el impacto que tendrían en la obra original. La película, en su afán por condensar la historia, sacrifica un poco de matiz.

A pesar de estas fallas, “La vuelta al mundo en 80 días” es un espectáculo visualmente estimulante y un guiño a los amantes de la aventura. La banda sonora, vibrante y con influencias de diversas culturas, contribuye significativamente a la atmósfera general de la película. Además, el ritmo frenético de la trama mantiene al espectador enganchado hasta el final. Si bien no es una adaptación perfecta, ofrece una reinterpretación moderna y divertida de un clásico atemporal, digna de ser vista en la gran pantalla. La película celebra el espíritu de la exploración y el ingenio humano, cualidades que permanecen relevantes en el siglo XXI.

Nota: 7/10