Lantana (2001)

“Lantana” (2001), la obra maestra de Michael Almereyda, no es simplemente un thriller policíaco; es una exploración visceral de la memoria, el arrepentimiento y las complejas y a menudo destructivas intersecciones del deseo. La película se distingue inmediatamente por su estilo visualmente audaz, una mezcla inusual de colores vibrantes, planos secuencia extensos y un uso del color que, lejos de ser decorativo, sirve como un código visual que encapsula el estado emocional de cada personaje. Almereyda no rehúye el minimalismo, y la película se construye en gran medida a través de la sugerencia y la atmósfera, dejando que el espectador interprete el significado detrás de cada escena y cada encuentro.

La trama, centrada en la desaparición de una mujer y la investigación del detective Leon Zat, actúa como un catalizador para desenterrar un pasado compartido, un tapiz de secretos, infidelidades y dolor que los une a los cuatro matrimonios involucrados. Lo que distingue a “Lantana” de otros thrillers convencionales es su enfoque en la profundidad psicológica de sus personajes. El guion, meticulosamente escrito por Michael Almereyda y el propio Michael Kretz, evita la simplificación y el melodrama, presentando a individuos con motivaciones ambiguas y una rica historia personal. No hay héroes ni villanos en el sentido tradicional; solo personas con errores, deseos y la incapacidad de escapar de sus propias decisiones.

Las actuaciones son, sin duda, uno de los puntos fuertes de la película. Benicio del Toro, como el detective Zat, ofrece una interpretación magistral, transmitiendo la desesperación, la duda y la persistencia de un hombre atormentado por sus propios fantasmas. El resto del reparto, incluyendo a Cristina Saralegui, Ricardo Trueba, James Belushi y Paz Vega, logra la sincronía perfecta. Cada actor aporta una autenticidad que resalta el conflicto interno de sus personajes. Su trabajo no se basa en la exhibición, sino en la sutileza, transmitiendo las emociones y las motivaciones a través de la mirada y la gestualidad. Es en estos pequeños detalles donde la película realmente brilla.

La dirección de Almereyda es, en general, excepcional. La película no se limita a contar una historia; la construye de manera experimental y evocadora. El uso del color, como ya se ha mencionado, es revolucionario, pero también lo es la forma en que Almereyda manipula el tiempo, utilizando flashbacks y saltos temporales para revelar la historia gradualmente. La música, por su parte, es igualmente impactante, contribuyendo a crear una atmósfera de tensión y melancolía. “Lantana” es un ejercicio de arte cinematográfico que desafía las convenciones del género y recompensa al espectador con una experiencia cinematográfica inolvidable. No es una película fácil, pero sí es profundamente conmovedora y reflexiva.

Nota: 9/10