“Lara Croft: Tomb Raider - La Cuna de la Vida” es un espectáculo visualmente deslumbrante, una apuesta por la acción y la adrenalina que, sin embargo, se queda corta en profundidad y sustancia. La película, dirigida por Natalie Dormer, se centra en una Lara Croft renovada, interpretada por Alicia Vikander, quien demuestra una notable destreza física y una presencia imponente cuando se trata de explorar entornos peligrosos y enfrentarse a enemigos. Vikander aporta una Lara más visceral, menos una arqueóloga intelectual y más una superviviente endurecida por la experiencia. Esta nueva interpretación, en mi opinión, es una mejora significativa con respecto a versiones anteriores, pero al mismo tiempo, siente la falta de una conexión emocional genuina.
La trama, por otro lado, es un tanto predecible y convencional. La búsqueda de la Caja de Pandora, un objeto de leyenda con el potencial de desatar el caos, se convierte en un cliché de aventura de acción que ha sido explorado innumerables veces en el género. La amenaza de Chen Lo y su banda criminal, aunque visualmente estilizada con referencias a la mitología china, carece de una motivación convincente y de un desarrollo de personajes que justifique su antagonismo. El conflicto, en su mayoría, se resuelve a través de secuencias de acción espectaculares que, si bien son entretenidas, no logran generar un impacto emocional real. La película sacrifica el misterio y el suspense por la acción desenfrenada, con lo que el ritmo es particularmente errático, alternando momentos de tensión contenida con explosiones y persecuciones desenfrenadas.
Dormer consigue crear escenarios impresionantes, especialmente en las escenas submarinas. El diseño de producción y los efectos visuales son, sin duda, el punto fuerte de la película. El templo sumergido, con sus pasadizos intrincados y sus criaturas marinas, es un logro técnico que merece reconocimiento. La dirección artística, en general, es impecable, creando una atmósfera de peligro constante y un sentido de asombro ante la belleza oculta de las profundidades del océano. No obstante, esta belleza visual no compensa la debilidad del guion.
La película intenta explorar temas de legado familiar y la búsqueda de identidad, elementos que, aunque presentes, se presentan de forma superficial. La relación entre Lara y su padre, el Dr. Henry John Croft, es un aspecto central, pero se desarrolla de manera apresurada, sin profundizar en el trauma que ambos han sufrido. La construcción del personaje de Lara es, por tanto, incompleta, y su motivación para seguir el rastro de su padre se limita a un deseo de venganza y un intento de comprender su pasado. La actuación de Alicia Vikander es sólida, pero necesita más terreno para brillar completamente. En resumen, "Lara Croft: Tomb Raider - La Cuna de la Vida" es un espectáculo visualmente atractivo pero narrativamente vacillante, un esfuerzo que, a pesar de sus virtudes técnicas, no alcanza su pleno potencial.
Nota: 6/10