Las aventuras de Peabody y Sherman (2014)

“Las Aventuras de Peabody y Sherman” no es, ni mucho menos, una revolución en la animación 3D. Más bien, es un respiro refrescante que reencuentra a dos personajes entrañables y ofrece una experiencia visualmente agradable, aunque no necesariamente sobresaliente. La película, con su apuesta por la fidelidad a la serie original, se presenta como un homenaje, una carta de amor a la época dorada de la televisión animada. Y en ese sentido, cumple su cometido a la perfección.

La dirección de Steve Martino, con un toque de sensibilidad y dinamismo, logra mantener el ritmo de la narrativa a un nivel constante. Aunque la historia, centrada en una paradoja temporal y la necesidad de corregir un error que amenaza con desmantelar la historia misma, podría haber sido mucho más ambiciosa, Martino opta por una estructura sencilla y directa, priorizando la acción y la aventura. Esto, en última instancia, resulta en una película divertida y accesible, ideal para familias que se sumergen en el universo de Peabody y Sherman. Se percibe un claro respeto por el material original, evitando la pretensión de reinventar la ruleta de la rueda. La película se centra en el viaje, en la emoción de la resolución de problemas y en la relación entre el perro erudito y su hijo.

Las actuaciones de los personajes animados son, en general, sólidas. Chris Woodland como Mr. Peabody entrega su característico tono intelectualmente superior, equilibrando la sabiduría con un toque de sarcasmo que lo hacen entrañable. Jacob Jenkins como Sherman, por su parte, aporta la energía y la inocencia necesarias para complementar la personalidad del perro. La voz de Jenkins es especialmente convincente, transmitiendo la ingenuidad y el entusiasmo del niño. El resto del reparto de voces, incluyendo a Patton Oswalt y Lucy Liu, también cumplen con creces sus roles.

Sin embargo, el guion, aunque sólido en su ejecución, carece de profundidad. La trama se desenvuelve de manera predecible, y aunque se introduce la complejidad de la paradoja temporal, no se exploran suficientemente las implicaciones filosóficas o emocionales. La resolución, aunque satisfactoria, resulta algo simplificada, dejando la sensación de que se podría haber profundizado en el tema central de la historia. No obstante, el humor, basado en la inteligencia de Peabody y sus reacciones ante las situaciones absurdas que Sherman provoca, es constante y efectivo. Se hace especialmente evidente la influencia de la serie original, con referencias y situaciones reconocibles para los espectadores más nostálgicos.

La animación en 3D, aunque de buena calidad técnica, no destaca particularmente. Los efectos visuales son agradables a la vista, pero no aportan una innovación significativa a la estética visual de la película. Se aprecia una atención al detalle en el diseño de los escenarios y la ropa de los personajes, pero la paleta de colores y el estilo general son bastante convencionales. En definitiva, la calidad visual se mantiene dentro de los estándares de la animación moderna, sin sorprender ni revolucionar.

Nota: 7/10