“Las Aventuras del Doctor Dolittle” es, en esencia, una carta de amor al personaje original creado por Richard Scrivener, pero una carta que, lamentablemente, se pierde en un mar de clichés y efectos especiales. La película intenta reconstruir un Dolittle atormentado, un hombre que tras la devastadora pérdida de su esposa, se ha refugiado en la compañía de sus animales, convirtiéndose en un eremita excéntrico y desconectado del mundo. Este punto de partida, si bien ofrece potencial para una exploración emocional profunda, termina siendo superficial y, en última instancia, poco convincente.
Robert Downey Jr. se compromete con el personaje, aportando su habitual carisma y humor, pero el guion no le da las herramientas necesarias para excavar en la complejidad de John Dolittle. Su Dolittle es más un vehículo de comedia que un hombre consumido por el dolor. Las escenas de diálogo con los animales, supuestamente el corazón de la película, son entretenidas en su momento, pero se sienten más como momentos de entretenimiento rápido que como conexiones emocionales significativas. El guion se basa demasiado en situaciones predecibles y chistes fáciles, evitando así cualquier riesgo narrativo que pudiera haber enriquecido la historia.
La dirección de Shaun Levy, conocida por su estilo frenético y su afición a las secuencias de acción, aquí contribuye a un ritmo vertiginoso que, aunque visualmente estimulante, termina siendo contraproducente. La película se apresura demasiado en su desarrollo, saltando de una aventura a la siguiente sin dar tiempo al espectador para conectar con los personajes y comprender sus motivaciones. La isla exótica, concebida como un paraíso repleto de criaturas fantásticas, resulta ser un decorado brillante y poco explorado, una mera postal visual que no cumple con las expectativas generadas.
Sin embargo, es imposible negar el valor estético de la película. La animación de los animales es impresionante, particularmente la maestría en la representación de la inteligencia y las personalidades individuales de cada uno. Se han dedicado recursos considerables a crear un mundo animal vibrante y convincente, un elemento que, a pesar de las fallas del guion, merece reconocimiento. Las escenas de acción, aunque frecuentes, están bien coreografiadas y ofrecen momentos de entretenimiento visual. No obstante, la constante necesidad de añadir explosiones y persecuciones resta importancia a los elementos más sutiles de la trama.
En definitiva, “Las Aventuras del Doctor Dolittle” es una película que podría haber sido mucho más. Si bien ofrece momentos de entretenimiento y visuales atractivos, la falta de profundidad emocional y un guion derivativo impiden que alcance su potencial. Es una experiencia superficial, un refrito de clichés de aventuras que, a pesar de la presencia de un actor carismático, deja un sabor agridulce.
Nota:** 6/10