“Las Cenizas de Angela” es una película que, a pesar de no alcanzar la gloria fulgurante que su premisa sugiere, logra construir una atmósfera evocadora y, sobre todo, conmovedora sobre la lucha por la supervivencia en un contexto histórico y personal brutal. Basándose en la autobiografía de Frank McCourt, la película no se aferra a las grandezas y dramáticos desniveles del relato original, sino que opta por una narración más intimista, casi documental, que se centra en la resiliencia de Angela, la matriarca irlandesa que se enfrenta a las calamidades con una dignidad silenciosa y una determinación implacable.
Margaret McDonnell, como Angela, ofrece una actuación monumental. No busca la teatralidad, sino la autenticidad. Su Angela es una mujer hecha de fuerza, dolor y una profunda, casi abrumadora, maternidad. Transmite a través de su mirada, sus gestos y sus silencios las noches sin dormir, el hambre, la frustración y la esperanza que se aferra a lo más profundo de su ser. La relación entre Angela y Malachy, interpretado con una crudeza y vulnerabilidad por Sean Bean, es el corazón palpitante de la película. Su amor es imperfecto, marcado por el alcoholismo del protagonista, pero también por la fidelidad, la comprensión y el pacto tácito de ambos para luchar por sus hijos. El guion, adaptado con considerable delicadeza por Alan Clarke, se aleja de la dramatización excesiva, permitiendo que la realidad de la época y la desesperación de la familia se desarrollen de forma natural.
La película destaca especialmente en su tratamiento de la atmósfera irlandesa. No se limita a mostrar paisajes pintorescos (aunque la fotografía es cuidada y evocadora), sino que se sumerge en la realidad social y económica de la Irlanda de los años 30, marcada por el desempleo, la pobreza y la posterior decepción tras la independencia. Los detalles, como las escenas en los bares, la lucha por conseguir trabajo, las cenas frugales y las conversaciones cargadas de resignación, pintan un retrato impactante y realista de una época difícil. No es una película que celebre, sino que documenta, con respeto y sensibilidad, la vida cotidiana de una familia irlandesa que se enfrenta a la adversidad.
Si bien el ritmo, a veces, puede sentirse pausado y la falta de momentos explosivos puede decepcionar a algunos espectadores acostumbrados a películas más convencionales, "Las Cenizas de Angela" es una obra valiosa que ofrece una perspectiva íntima y conmovedora sobre la vida en la Irlanda de la posguerra. La película no busca grandes giros argumentales, sino que se centra en la fuerza del espíritu humano ante la miseria y en el poder del amor familiar como baluarte contra la desesperación. Es un recordatorio de que, a veces, la verdadera grandeza reside en la lucha silenciosa y perseverante por la supervivencia.
Nota:** 7/10