Las chicas del calendario (2003)

“Las chicas del calendario” (2007) es mucho más que un simple melodrama sobre el duelo y la pérdida. Es, sorprendentemente, una película que se atreve a desafiar las convenciones del género, ofreciendo una visión particular y a menudo incómoda sobre el femenino, el amor y el deseo. La historia de Chris, interpretada con una honestidad desarmante por Diane Lane, es devastadora. Su marido, un profesor de química, es diagnosticado con leucemia y muere rápidamente. A partir de su dolor, Chris decide honrar su memoria y recaudar fondos para la lucha contra la enfermedad, optando por una idea aparentemente arriesgada: publicar un calendario con fotos de las mujeres que fueron amigas de su marido en el instituto. La película no se detiene en la sentimentalidad fácil; se adentra en la complejidad de las relaciones femeninas, revelando secretos, frustraciones y la difícil tarea de confrontar el pasado.

La dirección de Ken Loach es, como suele ser habitual en su filmografía, precisa y cautivadora. Loach no busca grandilocuencia ni efectos visuales llamativos. Su enfoque se centra en la naturalidad y la autenticidad de las actuaciones y en la construcción de un ambiente creíble. Observamos cómo los personajes se conocen, se relacionan y evolucionan a lo largo de la trama, creando una sensación de inmersión total en sus vidas. Se aprecia su maestría en el manejo del ritmo narrativo, permitiendo que la tensión y el drama se desarrollen de forma orgánica, sin recurrir a artificios. La fotografía, aunque discreta, es efectiva para realzar la atmósfera y transmitir las emociones de los personajes.

Las interpretaciones son, sin duda, uno de los puntos fuertes de la película. Diane Lane ofrece una actuación magistral, capturando con perfección la desolación, la rabia y la determinación de Chris. Sin embargo, el verdadero encanto reside en el elenco de personajes secundarios, interpretados por un grupo de actrices experimentadas y jóvenes talentosas. Cada una de ellas aporta una faceta diferente a la historia, mostrando la diversidad de experiencias femeninas. Las interpretaciones de Toni Collette y Juliette Lewis son especialmente memorables, aportando una vitalidad y una intensidad que contrastan con la melancolía general de la trama. La química entre las actrices es palpable, lo que contribuye a la credibilidad de las dinámicas sociales que se plantean en la película.

El guion, coescrito por Loach y John Deal, es inteligente y provocador. No rehuye temas delicados como la infidelidad, el deseo reprimido y la presión social. La película utiliza el calendario como un catalizador para explorar la dinámica de las relaciones, mostrando cómo las mujeres se apoyan mutuamente, se compiten y se enfrentan a sus propios demonios internos. La trama se desarrolla con naturalidad, evitando simplismos y presentando personajes con matices complejos. El final, aunque bittersweet, es conmovedor y reafirma el mensaje central de la película: la importancia de la solidaridad femenina y la necesidad de luchar contra la enfermedad. “Las chicas del calendario” es una película que invita a la reflexión y a la discusión, y que merece ser vista y valorada por su originalidad y su valiente mirada hacia el mundo de las mujeres.

Nota: 8/10