Las crónicas de Spiderwick (2008)

“Las Crónicas de Spiderwick” (2008) es una película que, a pesar de sus evidentes influencias, logra construir un universo fantástico con un encanto peculiar que resuena más en la nostalgia de la infancia que en una innovación narrativa asombrosa. La película, dirigida por Peter Wilbur, se sitúa en un marco que evoca a las obras de Tolkien y Lewis, utilizando la leyenda local como un portal hacia una realidad alternativa llena de hadas, duendes y otros seres mágicos. La decisión de trasladar a la familia Grace a la antigua propiedad de su tío Arthur, un escritor retirado, desencadena una serie de eventos que obligan a los niños a confrontar un mundo oculto, una dinámica familiar tensa y su propia valentía.

La dirección de Wilbur es competente, creando un ambiente visualmente atractivo, si bien a veces excesivamente brillante, que favorece la atmósfera de misterio y aventura. El diseño de producción es, sin duda, uno de los puntos fuertes de la película. La mansión Spiderwick, con sus estanterías repletas de libros antiguos y su arquitectura en ruinas, es un personaje en sí mismo, un espacio lleno de secretos y peligros potenciales. La recreación de los seres mágicos, aunque a veces carente de profundidad en su diseño, logra transmitir su esencia, y los efectos especiales, aunque no vanguardistas, cumplen su función de dar vida a este mundo fantástico.

La fuerza de la película reside en sus personajes. Los hermanos Grace, interpretados por Jared Leto, Dylan Boyd y Sarah Bolger, encarnan con éxito la inocencia y el miedo de la adolescencia. La tensión entre Jared y su padre, interpretado por David Strathairn, es convincente y añade una capa de conflicto emocional a la historia. Sin embargo, las actuaciones de los adultos son, en general, un poco planas y carentes de la profundidad que podrían haber aportado. El desarrollo del personaje de Mallory, interpretada por Bolger, es particularmente prometedor, aunque su arco narrativo se ve truncado abruptamente.

El guion, escrito por Marc Guggenheim y Todd Porter, es donde la película resiente más su origen. Si bien la premisa es atractiva y el ritmo es constante, la trama carece de la complejidad y el matiz que podrían haber enriquecido la experiencia. Los diálogos a veces son torpes y la resolución del conflicto, aunque satisfactoria, es un tanto simplista. La película se apoya demasiado en referencias a la literatura fantástica, sin ofrecer una voz propia suficientemente distintiva. Se siente a veces como una colección de ideas prestadas en lugar de una historia completamente original. A pesar de ello, la película logra mantener la atención del espectador gracias a su atmósfera de aventura y su exploración de temas como la familia, la fe y la valentía.

Nota: 6/10