Las Inocentes (2016)

“Las Inocentes” es una película que deja una huella imborrable, no tanto por su espectacularidad visual, sino por la crudeza y el dolor que evoca. La película, dirigida con sensibilidad por Claire Denis, se adentra en un pasado reciente, en la Polonia devastada por la Segunda Guerra Mundial, para narrar una historia de horror y supervivencia, de silencio roto y de la lucha por la dignidad. La película no intenta ser un drama bélico grandilocuente, sino un estudio profundo de las consecuencias psicológicas y sociales de la violencia y la pérdida.

La historia, basada en hechos reales, se centra en Mathilde Beaulieu, interpretada con una intensidad admirable por Léa Seydoux. Su personaje, una joven médica idealista y relativamente inexperta, se ve abruptamente confrontada a una realidad inimaginable: el embarazo masivo de las hermanas del convento, producto de violaciones perpetradas por las tropas rusas. La actuación de Seydoux es particularmente destacable por su sutileza, capturando con precisión la evolución de Mathilde, desde la incredulidad y la incomodidad hasta la determinación y la resignación. El resto del elenco, especialmente les féminines que encarnan a las monjas, realizan un trabajo excepcional, transmitiendo la angustia, el miedo, la rabia y la vulnerabilidad que estas mujeres han sufrido.

La dirección de Claire Denis es magistral. Evita el melodrama explícito, optando por una narrativa visual y sonora que sugiere más de lo que muestra. La fotografía, en tonos grises y desaturados, contribuye a crear una atmósfera opresiva y claustrofóbica, reflejando el estado emocional de las protagonistas. El sonido, con sus silbidos, sus conversaciones susurradas y el silencio denso, amplifica la sensación de incomodidad y la dificultad de comunicación. La película no se limita a contar la historia; la siente, la percibe a través de la mirada de Mathilde y de las imágenes. Denis, a través de su estilo particular, evita la voyeurización del sufrimiento y se centra en la humanidad de las víctimas.

El guion, adaptado de la novela homónima de Barbara Rivers, es sólido y efectivo. Aunque la trama es relativamente sencilla, la película explora con inteligencia temas como la culpa, la responsabilidad, la impunidad y la dificultad de romper el silencio. La película no busca soluciones fáciles ni juicios morales definitivos, sino que se plantea preguntas incómodas sobre la naturaleza del mal y la posibilidad de superarlo. Las conversaciones entre las hermanas, a menudo interrumpidas y cargadas de matices, son cruciales para entender la complejidad de la situación y la manera en que las mujeres se apoyan entre sí para sobrevivir.

Sin embargo, la película no está exenta de debilidades. Algunos espectadores podrían encontrar el ritmo lento y la falta de acción algo frustrante. Además, la película no ofrece una exploración profunda de las motivaciones de los soldados rusos, enfocándose en las consecuencias para las monjas. No obstante, esta elección narrativa se justifica por la intención de la directora de centrarse en el sufrimiento de las víctimas.

Nota: 8/10