Las minas del rey Salomón (1985)

“Las minas del rey Salomón” (1950) es una película de aventuras que, a pesar de sus evidentes limitaciones técnicas y de ser un producto del Hollywood dorado, posee un encanto atemporal que la hace una experiencia cinematográfica sorprendentemente gratificante. La película, dirigida con un toque de nostalgia por Byron H. Long, no se atreve a buscar la innovación, sino que se sumerge completamente en la atmósfera de los safaris y las expediciones de la época, ofreciendo una ventana a un mundo de exotismo y peligro.

La dirección, aunque no revolucionaria, es efectiva para construir la tensión y el misterio que envuelven la búsqueda de las míticas minas. Las escenas de acción, aunque exageradas por los estándares modernos, evocan la sensación de vértigo y peligro que la época exigía, y se benefician de una fotografía en blanco y negro que, con sus sombras marcadas y contrastes intensos, contribuye a crear un ambiente opresivo y hostil. La película se centra en el viaje en sí mismo, más que en el desarrollo de un argumento complejo, y esto funciona a su favor, permitiendo que el espectador se sumerja en la experiencia de los personajes.

La película se construye en torno a las actuaciones de Stewart Granger como Allan Quatermain y Heinz Rühmann como el Profesor Long, quienes ofrecen interpretaciones sólidas y convincentes. Granger, en particular, captura a la perfección el espíritu aventurero y la valentía de Quatermain, aunque su personaje a veces recurre a clichés del género. Rühmann, por otro lado, interpreta al Profesor Long con una mezcla de erudición y torpeza, añadiendo un toque de humor sutil a la trama. El resto del elenco, compuesto por actores secundarios que se limitan a desempeñar sus papeles, cumplen su cometido con diligencia. La química entre Granger y Rühmann es palpable, contribuyendo a la dinámica de la aventura.

El guion, escrito por Leo Fox, es un punto débil, pero no un defecto fatal. Se apoya en la leyenda de las minas del rey Salomón, un mito que ha fascinado a generaciones. Sin embargo, la historia es predecible y carece de profundidad. Las situaciones se plantean y resuelven de manera demasiado conveniente, y los diálogos, a veces forzados, no logran alcanzar un nivel de realismo. A pesar de ello, la película goza de una cierta elegancia en su estructura narrativa y en su ritmo pausado, que permite al espectador disfrutar del viaje y de los paisajes africanos que se despliegan ante sus ojos. El guion, más que una obra maestra, es un vehículo para la aventura, un lienzo sobre el que se proyecta el espíritu del safari.

En definitiva, “Las minas del rey Salomón” no es una película que destaque por su originalidad o su complejidad. Sin embargo, es una película que ofrece una experiencia cinematográfica clásica y estimulante, un homenaje al género de aventuras y a la exotismo de África. Su valor reside en su atmósfera, en sus personajes y en la nostalgia que evoca. Es una película para aquellos que aprecian la tradición del cine de aventuras, sin pretensiones ni sorpresas.

Nota: 7/10