Las mujeres perfectas (2004)

“Las mujeres perfectas” (2005) no es una comedia romántica cualquiera; es una sátira social con un peso considerable, envuelta en un diseño visual elegante y con una banda sonora que se adhiere perfectamente a su atmósfera irónica. La película, dirigida con maestría por Joel Schumacher, logra mantener un equilibrio delicado entre el humor negro y la crítica mordaz, ofreciendo una reflexión sobre las expectativas sociales impuestas a las mujeres y la presión para conformarse con un papel idealizado. Schumacher, conocido por su trabajo en el género de terror y sus explosiones, demuestra aquí una sensibilidad inesperada y un control preciso de sus actores.

Nicole Kidman, en un papel que ha marcado su trayectoria profesional, ofrece una interpretación magistral de Joanna Eberhart. Su personaje no es simplemente una mujer frustrada con su entorno; es una profesional exitosa, inteligente y con un instinto de investigación que la lleva a cuestionar la fachada de perfección que se esconde detrás de las casas adineradas de Stepford. Kidman transmite con sutileza la creciente inquietud y el cinismo de Joanna, un sentimiento que se alimenta a medida que se adentra en el misterio. La relación con Bryan, interpretado con un tono irónico y ligeramente desesperado por parte de Stephen Broderick, es el corazón emocional de la película, aunque a veces carece de la profundidad que merece dada su relativa superficialidad.

La película se beneficia enormemente de la presencia de Bette Midler como Hildy, la vecina excéntrica que cataliza la investigación de Joanna. Midler, con su característico humor y su voz distintiva, aporta un contrapunto perfecto al resto del elenco, siendo el verdadero motor de la trama. Su personaje, un desahucado que busca revancha, ofrece una perspectiva única y a menudo hilarante sobre la sociedad de Stepford, y, aunque su personaje es algo caricaturesco, cumple su función de guía para Joanna. La dinámica entre Midler y Kidman es uno de los puntos fuertes de la película, proporcionando momentos memorables de diálogo e interacción.

El guion, coescrito por Paul Rudnick, es donde reside la verdadera fuerza de la película. No se limita a presentar una trama de misterio, sino que utiliza la premisa de Stepford para explorar temas más profundos como la pérdida de la individualidad, la conformidad y la construcción social del género femenino. La dirección de arte y el diseño de producción son impecables, creando un ambiente de perfección artificial y opresiva en Stepford, en marcado contraste con el mundo real. La fotografía, con sus colores saturados y su iluminación cuidada, contribuye a crear una atmósfera visualmente atractiva, aunque a veces un tanto recargada.

A pesar de algunos momentos que podrían sentirse un poco forzados o simplificados, “Las mujeres perfectas” es una película inteligente, provocadora y con un considerable atractivo visual. Su capacidad para generar preguntas sobre el papel de la mujer en la sociedad la convierte en una obra que merece la pena ver y reflexionar. Es una comedia que, en el fondo, es un grito de rebeldía contra la idea de una felicidad construida sobre la sumisión y la conformidad.

Nota: 7.5/10