Las noches rojas de Harlem (Shaft) (1971)

“Las noches rojas de Harlem (Shaft)” no es solo una película; es un artefacto cultural, una piedra angular del cine negro de los 70 que ha resistido la prueba del tiempo con una sorprendente vitalidad. Más allá de la trama de secuestro y la lucha contra la mafia, la película se erige como una denuncia sutil pero poderosa del racismo institucional y la discriminación que permeaban la sociedad estadounidense de la época. La visión de Gordon Parks, a la vez director y fotógrafo, es, sencillamente, magistral, transformando cada escena en una obra de arte. La paleta de colores, dominada por los vibrantes tonos rojizos que da nombre a la película, no es gratuita; refleja la vitalidad, la pasión y la tensión contenida en el corazón de Harlem.

La dirección de Parks es excepcionalmente lúcida. Utiliza tomas largas y pausadas, permitiendo que la cámara se sumerja en la atmósfera de la ciudad y en la psicología de los personajes. No se apresura a revelar información, dejando que la audiencia interprete y se sumerga en el mundo de Shaft. La película no se limita a mostrar violencia; la presenta de forma cruza y perturbadora, obligando al espectador a confrontar la brutalidad de la realidad que habita bajo la superficie glamorosa de Harlem. La banda sonora, esencial para el ambiente, es igualmente cautivadora y evocadora, integrándose perfectamente en el ritmo de la película.

Isaac Hayes, como John Shaft, ofrece una actuación imponente y subestimada. Shaft no es un héroe convencional; es un hombre astuto, inteligente y a veces amargado, desilusionado por un sistema que lo trata con desprecio. Hayes lo retrata con una autenticidad y una profundidad emocional que pocos actores logran. La química entre Hayes y Willie McLemore, quien interpreta al viejo amigo de Shaft, es palpable y añade una capa de calidez y humor a la trama. La interpretación de McLemore es brillante, aportando un alivio cómico crucial al mismo tiempo que refuerza la idea de la amistad como un baluarte contra la adversidad.

El guion, adaptado de un cuento de Richard Wright, se distingue por su inteligencia y su capacidad para explorar temas complejos a través de personajes realistas. La trama de secuestro y la guerra de mafias sirven como un vehículo para explorar las dinámicas raciales y sociales de Harlem. El giro argumental, revelando la manipulación de Bumpy contra Shaft, eleva la película a un nivel superior, mostrando la vulnerabilidad de Shaft a pesar de su inteligencia y su astucia. La película no ofrece soluciones fáciles; simplemente presenta una situación compleja donde el protagonista se encuentra atrapado entre el poder corrupto y sus propios principios.

“Las noches rojas de Harlem” es una película que invita a la reflexión, un clásico que sigue siendo relevante hoy en día. No es solo entretenimiento; es un documento histórico y social, un retrato honesto y sin adornos de una época y una comunidad. Es una obra maestra del cine negro y una prueba de la genialidad de Gordon Parks.

Nota: 9/10