“Las nuevas aventuras de Aladino” no es una reinvención del mito, sino más bien un ejercicio de improvisación cinematográfica que, a pesar de sus limitaciones, resulta sorprendentemente entretenida. La película, dirigida por Michael Davies, se aferra a un pretexto torpe – un intento de robo en las Galerías Lafayette que desata una historia al estilo de Aladino – para ofrecer una visión infantil, si bien descaradamente simplificada, del cuento de los mil y una noche. Lo que realmente funciona es la energía que emana la película, impulsada por un humor pasteloso y una banda sonora alegre que atrapa al espectador desde el principio.
El guion, escrito por Jim Kempster y Steve Belluscio, es esencialmente un puente narrativo. No se preocupa por la profundidad de los personajes ni por la complejidad de la trama. La historia de Aladino se presenta de forma muy básica, centrada en el deseo de Sam de recuperar una bicicleta robada, que se transforma en una búsqueda de un genio de la lámpara mágico. Se nota que el foco principal está en la diversión y en mantener a los niños enganchados. Sin embargo, lo que sí logra es conectar con la nostalgia por los cuentos infantiles clásicos, aunque con un toque de modernidad que no intenta ser demasiado rebuscado. Algunos diálogos son bastante torpes, pero la inocencia y la ingenuidad de los personajes compensan con creces.
Las actuaciones son, en general, sólidas. Dylan Cooper como Sam es encantador, transmitiendo una mezcla perfecta de torpeza, valentía y vulnerabilidad. Su mejor amigo, Khalid, interpretado por Charlie Rowe, aporta un equilibrio necesario, siendo el más sensato de los dos. La actuación de Austin Butler, aunque breve, como el genio, es destacable; logra infundir un aire de misterio y sofisticación al personaje. Sin embargo, la interpretación del genio, como en muchos relatos de Aladino, es un papel secundario y se limita a proporcionar los efectos especiales. Es una lástima porque Butler tiene un talento considerable que no se explota plenamente.
Visualmente, la película es un festín para los ojos. La dirección artística, liderada por Robert Najimy, crea un mundo vibrante y lleno de detalles. Las secuencias de acción, aunque no particularmente innovadoras, están bien coreografiadas y se ven espectaculares gracias a los efectos especiales. La recreación de la ciudad de Bagdad es impresionante, y la ambientación general evoca la magia de los cuentos de hadas. El uso del color es rico y saturado, contribuyendo al ambiente festivo y desenfadado de la película. No obstante, algunos momentos resultan excesivamente brillantes, sugiriendo una priorización estética por encima de la narrativa.
En definitiva, "Las nuevas aventuras de Aladino" es una película familiar entretenida, que no pretende ser una obra maestra de la cinematografía, pero sí ofrece un rato agradable para toda la familia. No es un análisis profundo del mito, ni una reinterpretación arriesgada, sino una versión ligera y optimista que busca conectar con el público infantil. Si se aborda con las expectativas adecuadas, puede ser un buen añadido a la colección de películas familiares.
Nota: 6/10