Las últimas horas (2014)

“Las últimas horas” (Last Hour) no es la distopía apocalíptica explosiva que uno podría esperar de un tema tan trágicamente inmediato como el fin del mundo. En cambio, ofrece una meditación sombría y, sorprendentemente, con un toque de humor negro, sobre la banalidad del deseo, la autocomplacencia y la dificultad de conectar con otros seres humanos ante la inminente extinción. La película, dirigida con una precisión glacial por Emerald Fennell, se centra en James (Nathan Phillips), un joven que decide organizar una fiesta grandiosa en su apartamento, en el último día de la Tierra. Este evento no es un evento masivo, sino una pequeña reunión selecta de amigos, un intento desesperado de llenar el vacío existencial con una actividad aparentemente trivial.

La dirección de Fennell es magistral. Evita caer en el melodrama y la acción hollywoodiense. La cámara se mueve con lentitud, observando a los personajes en sus momentos de introspección, de incomodidad, de frustración. La iluminación es crucial, con una paleta de colores apagados y contrastes sutiles que reflejan la atmósfera opresiva y la sensación de inevitabilidad. En lugar de mostrar la destrucción del mundo, la película se centra en el microcosmos de un grupo de amigos que se niegan a confrontar la realidad, atrapados en una espiral de auto-engaño y comportamientos socialmente inaceptables. Fennell nos obliga a preguntarnos: ¿qué hacer cuando el mundo se acaba y las máscaras sociales se desvanecen?

Nathan Phillips ofrece una actuación excepcionalmente poderosa como James. Captura con gran precisión la autocomplacencia y el aislamiento del personaje, al mismo tiempo que transmite una profunda vulnerabilidad. Su James es un individuo que ha construido una burbuja de egoísmo que lo protege de las emociones y las conexiones reales. Las actuaciones de las secundarias, especialmente de Mia Goth, también merecen especial reconocimiento. Goth interpreta a Robin, una amiga de James que lucha con sus propios demonios y que se ve atrapada en un juego peligroso de seducción y manipulación. La química entre Phillips y Goth es palpable, cargada de tensión sexual y una amigabilidad inquietante.

El guion, coescrito por Fennell y Hanuš Budai, es inteligente y provocador. Evita las soluciones fáciles y las respuestas definitivas. La película no ofrece una explicación clara de por qué el mundo se acaba, sino que se centra en las reacciones de los personajes ante esa inminente catástrofe. El diálogo es mordaz y, en ocasiones, incómodo, reflejando la falta de comunicación y la superficialidad de las relaciones. La película plantea preguntas incómodas sobre la moralidad, la responsabilidad y la naturaleza humana. No es una película fácil de ver, ni tampoco de olvidar. Requiere una cierta predisposición a aceptar una visión pesimista y a cuestionar los valores de la sociedad moderna.

En definitiva, "Las últimas horas" es una película audaz, desafiante y profundamente perturbadora. Es una experiencia cinematográfica que invita a la reflexión y que se queda grabada en la memoria. Más que un apocalipsis explosivo, ofrece una mirada desoladora a la condición humana.

Nota: 7/10