Las verdes praderas (1979)

“Las verdes praderas” (Green Meadows) no es una película que redefine el género dramático, pero sí que logra un impacto sutil y persistente gracias a su atmósfera melancólica y a la excelente dirección de David Cronenberg. La película, de bajo presupuesto y con una estética que recuerda tanto a las películas de los 70 como a las obras de Terrence Malick, se centra en la introspección de José, un hombre exitoso que, paradójicamente, se siente perdido. Cronenberg, a pesar de sus habituales incursiones en el body horror, aquí se sumerge en la psicología humana con una delicadeza sorprendente, utilizando la naturaleza como un espejo de la mente del protagonista.

La dirección de Cronenberg es, sin duda, el punto fuerte de la película. La fotografía de Bradford Dickinson es absolutamente deslumbrante, con planos largos, colores pastel y una sensibilidad visual que evoca la nostalgia por un pasado que José intenta recrear. La utilización del paisaje rural, de las verdes praderas, no es simplemente decorativa; se convierte en un personaje más, reflejando el estado de ánimo y las emociones del protagonista. La película es un ejercicio de paciencia, requiere que el espectador se sumerja en la contemplación, en la sensación de incomodidad que José experimenta. No es una película de acción, ni de giros argumentales, sino una meditación sobre la felicidad, el éxito y la infelicidad.

La actuación de Paul Mescal como José es magnífica. Mescal logra transmitir la ambigüedad del personaje, su vacío interior, su necesidad desesperada de llenar un hueco que no sabe qué es. Su mirada transmite una mezcla de melancolía, frustración y una sutil desesperación. No se atreve a mostrar la cara del éxito, la sonrisa fácil, sino que opta por la vulnerabilidad, por la incomodidad. La interpretación es casi silenciosa en muchos momentos, pero la potencia emocional es innegable. A su lado, la actuación de Robert Pattinson como su compañero, un joven con la mirada perdida, complementa a la perfección la dinámica de la película, funcionando como un reflejo de la desesperanza de José.

El guion, aunque no revolucionario, es sólido y permite a Cronenberg explorar la psicología de José a fondo. Se centra en la introspección, en el cuestionamiento de los valores y las aspiraciones del protagonista. La película se presta a múltiples interpretaciones, dejando al espectador la tarea de construir su propia conclusión sobre el significado de la felicidad y el éxito. La película, por lo tanto, no ofrece respuestas fáciles, sino que invita a la reflexión. Es una obra que, a pesar de su lentitud y su falta de trama convencional, deja una huella en la memoria gracias a su atmósfera y a la magistral dirección y actuación de sus protagonistas.

Nota: 7/10