“Last Breath” no es una película que te deje boquiabierto con efectos especiales grandilocuentes o escenas de acción espectaculares. Su fortaleza reside en la visceralidad de su premisa: la lucha por la supervivencia contra todo pronóstico. La película, dirigida con una precisión casi quirúrgica por Alex Lebanes y Bart Freundlich, se centra, y acertadamente, en la psicología del protagonista y en la tensión palpable que se construye a partir de una situación límite. Se trata de una experiencia cinematográfica que te sumerge en la mente de Chris Lemons, interpretado de forma convincente por Finn Cole. La película no busca glorificar el heroísmo, sino mostrar la desesperación y el miedo de un hombre que se enfrenta a su propio final.
La dirección es, sin duda, uno de los puntos fuertes de la producción. Lebanes y Freundlich logran recrear con maestría la claustrofobia del entorno submarino. El uso de la luz y la sombra, el sonido (la respiración, el goteo, el eco) y la cámara, en particular en las escenas dentro del traje de buceo, son elementos clave para transmitir la sensación de aprisionamiento y el desceso implacable hacia lo desconocido. No hay soluciones fáciles o visuales, solo la representación cruda y realista del desafío. La película respeta el ritmo del sufrimiento, permitiendo que la tensión se acumule lentamente, hasta convertirse en una presión abrumadora.
Las actuaciones son sólidas en todo el reparto. Woody Harrelson, como el capitán Duncan, aporta una veteranía y una determinación que contrastan de manera efectiva con la juventud y la fragilidad de Chris. Simu Liu, por su parte, realiza un trabajo particularmente notable, mostrando la angustia y la desesperación de Dave, el segundo buzo. Finn Cole, el núcleo de la narrativa, ofrece una interpretación matizada, logrando que el espectador se identifique con la lucha interna del personaje. La química entre los tres actores es fundamental para el desarrollo emocional de la trama.
El guion, aunque sencillo en su estructura, es efectivo en su planteamiento y en su ejecución. Evita los clichés del género de supervivencia, centrándose en la relación entre los compañeros y en los dilemas morales que se presentan a medida que el tiempo se agota. La película plantea preguntas sobre la amistad, la lealtad y el valor de la vida, sin ofrecer respuestas fáciles. La base de la historia es la película “All Is Lost”, de la que “Last Breath” toma inspiración, y la película logra trascender esa influencia, creando una experiencia de suspenso genuina. Es una película que no intenta sorprender con giros argumentales, sino que se vale de la fuerza de la historia para mantener al espectador en vilo hasta el final.
En definitiva, “Last Breath” es una película intensa, emocional y, sobre todo, veraz. No es un espectáculo visual, sino una experiencia visceral que te obligará a reflexionar sobre la fragilidad de la vida y el poder del espíritu humano. Es una película que, a pesar de su premisa trágica, ofrece un rayo de esperanza, la posibilidad de la amistad y el valor de la perseverancia.
Nota: 7/10