Lazos de sangre (2013)

“Lazos de Sangre”, el reciente remake estadounidense del aclamado “Liens de Sang” de Jacques Maillot, se presenta como una historia de redención y la fragilidad de los lazos familiares, un tema que, a pesar de no ser del todo original, logra mantener un interés constante gracias a su ejecución. La película, dirigida por Chris Hooks, no intenta reinventar la rueda, sino que se construye sobre una premisa familiar bien definida: un hermano resentido y un policía que se niega a abandonar a su pasado. La tensión entre Frank (Javier Bardem) y Chris (Aaron Paul) es palpablemente el corazón de la narrativa, y es donde la película brilla con mayor intensidad.

Aaron Paul, habitual de las series de culto como "Breaking Bad", ofrece una interpretación sorprendentemente madura y sutil de Chris. Demuestra la lucha interna de un hombre roto, atrapado en un ciclo de violencia y adicción. Su evolución, a medida que Frank se esfuerza por integrarlo en su vida, es gradual y convincente. Javier Bardem, por su parte, interpreta a Frank con una seriedad que contrasta con la aparente facilidad de su personaje. Su decisión de darle una segunda oportunidad a su hermano es lo que le otorga un matiz de nobleza a la historia. La relación entre ambos hermanos se siente muy real, marcada por la frustración, el recuerdo de viejos conflictos y un cariño subyacente que se manifiesta con dificultad.

La dirección de Chris Hooks se centra en la intimidad de la familia, utilizando una paleta de colores apagados y una cinematografía que enfatiza las sombras y la incomodidad. La película no rehuye mostrar la violencia que ha marcado la vida de Chris, pero la presenta de forma realista, evitando caer en sensacionalismo. El guion, adaptado de la versión original francesa, es sólido y explora temas como la culpa, el perdón y las consecuencias de las decisiones. Si bien la historia es predecible en su esquema general, las escenas de confrontación y la exploración de la psicología de los personajes mantienen al espectador enganchado. Sin embargo, el ritmo podría haber sido ligeramente más dinámico en algunos momentos, especialmente en la segunda mitad de la película. La trama presenta algunos giros sorprendentes, aunque a veces se siente ligeramente forzada para mantener el interés del espectador.

La inclusión de Natalie (Kelli Berteau) como un rayo de esperanza para Chris añade una capa interesante a la trama. Su personaje, aunque no excesivamente desarrollado, sirve como catalizador para el regreso de Chris a sus viejos hábitos. La relación entre Chris y Natalie aporta un elemento romántico, aunque su impacto en la historia no es tan trascendental como se podría haber esperado. La película consigue, en definitiva, una reflexión sobre los límites del perdón y la dificultad de escapar del pasado, un tema universal que resuena con fuerza en un relato visualmente atractivo y con interpretaciones sólidas. Es un melodrama familiar bien actuado que, aunque no ofrece nada de realmente innovador, cumple con su propósito de entretener y provocar cierta reflexión.

Nota: 7/10