Le Missionnaire (2009)

“Le Missionnaire” es una película que no se deja fácilmente digerir. A partir del momento en que Mario Diccara, recién salido de prisión, se adentra en la arida y misteriosa provincia de Ardeche, la obra de Jacques Audiard nos sumerge en una atmósfera de creciente tensión y una ambigüedad moral palpable. La película, lejos de ofrecer una simple comedia de acción, se presenta como una reflexión sobre la red de vicios, la redención y las consecuencias imprevistas de un pasado turbulento. Audiard, conocido por su estilo contemplativo y su enfoque en personajes marginados, regresa con una historia que desafía las expectativas del espectador.

Jean-Marie Bigard, como el padre Patrick, ofrece una interpretación especialmente brillante. Su personaje, un sacerdote con una personalidad compleja y enigmática, equilibra la religiosidad con un pragmatismo implacable, a menudo a regañadientes. Bigard no se limita a interpretar un personaje religioso; lo humaniza, lo hace vulnerable y, sobre todo, lo hace profundamente interesante. La química entre Bigard y el joven Thiam Aïssatou, que interpreta a la enigmática Claire, es uno de los puntos fuertes de la película. La relación, cargada de tensión sexual y una extraña mezcla de complicidad, añade una capa adicional de complejidad a la trama. La interpretación de Aïssatou es sutil pero poderosa, evocando una presencia misteriosa y un profundo conocimiento de las dinámicas entre los personajes.

El guion, a cargo de Audiard y Jérémie Renier, es donde la película realmente brilla. La trama, inicialmente aparentemente simple, se complica gradualmente, revelando secretos y traiciones en cada giro. Audiard evita las soluciones fáciles y las resoluciones hollywoodiennes, permitiendo que la historia se desarrolle de manera orgánica, gracias a un ritmo meticulosamente calibrado. La dirección es precisa y elegante, haciendo un uso efectivo del paisaje árido de Ardeche, que actúa como un reflejo de la dureza emocional de los personajes. El uso del color, en particular el blanco y el ocre, intensifica la atmósfera claustrofóbica y la sensación de aislamiento. La película, además, juega con la ironía y el humor negro, ofreciendo momentos de alivio cómico que, sin embargo, nunca eclipsan la oscuridad subyacente.

El componente de thriller, aunque presente, es solo un elemento dentro de un proyecto más amplio. Audiard no busca crear una película de acción convencional, sino que se centra en explorar la psicología de sus personajes y en cuestionar la noción de redención. La actuación de David Strajmayster como el enigmático “Strajmayster” es memorable, aportando un aire de inquietud y misterio a la trama. El personaje, un tipo inescrutable, añade una capa de paranoia y desconfianza a la narrativa, obligando al espectador a cuestionar quién es realmente el “bueno” y el “malo” en esta historia retorcida.

En definitiva, “Le Missionnaire” es una obra sofisticada y provocadora, que exige una atención plena por parte del espectador. No es una película fácil de ver, pero es una experiencia cinematográfica que, una vez superada la primera impresión de oscuridad, se revela como una exploración profunda de la condición humana.

Nota: 8/10