“Le Ravissement” (El Rapto) de Marc Meyers no es un thriller convencional, sino una película que se instala en la inquietud emocional y la incertidumbre de la maternidad, tejiendo una narrativa compleja y, a veces, desconcertante. Meyers logra crear una atmósfera opresiva y cargada de tensión psicológica, aunque con resultados desiguales. La película explora la fragilidad de la identidad femenina y las consecuencias inesperadas de un encuentro casual, pero le falta profundidad para realmente resonar con el espectador.
El núcleo de la película reside en la actuación de Léa Seydoux, quien interpreta a Lydia con una vulnerabilidad conmovedora. Seydoux logra transmitir la incomodidad, la confusión y la frustración de su personaje a través de miradas y gestos sutiles. Su Lydia es una mujer absorbida por su trabajo, una comadrona dedicada, que se ve repentinamente sacudida por la noticia del embarazo de su amiga y la posterior relación con Milo (Vincent Lindon). La interpretación de Lindon, aunque efectiva, a veces cae en el melodrama, evitando un estudio más profundo del personaje de Milo como un catalizador de la crisis de Lydia.
La dirección de Meyers se caracteriza por un uso estratégico del espacio y la iluminación. Las escenas en la casa de Lydia están filmadas con un encuadre claustrofóbico que refleja la sensación de encierro y la creciente desorientación de la protagonista. La película se beneficia de una fotografía en tonos apagados, que intensifica la atmósfera melancólica y la sensación de que algo no está bien. Sin embargo, hay momentos en los que el ritmo se ralentiza demasiado, perdiendo el impulso narrativo y dejando al espectador con la sensación de estar contemplando una escena estática.
El guion, escrito por Meyers y Sophie Bard, es el punto más débil de la película. La trama se desarrolla de forma predecible, y la resolución de los conflictos es a menudo artificiosa. La película se adentra en territorios psicológicos interesantes, explorando temas como el trauma, la culpa y la responsabilidad, pero no profundiza lo suficiente en ellos. Los diálogos, en general, son poco inspirados, y la película carece de la sutileza y la complejidad necesarias para abordar los temas que plantea. La complejidad de las relaciones y las motivaciones de los personajes se presenta con una brujula en la oscuridad, sin ofrecer claridad al espectador.
No obstante, “Le Ravissement” posee una cierta belleza visual y una interpretación sólida de Léa Seydoux. La película logra generar una inquietud persistente, dejándote con preguntas sobre la naturaleza de la maternidad, la identidad y la responsabilidad. A pesar de sus fallas, es una experiencia cinematográfica que invita a la reflexión, aunque no necesariamente a la satisfacción. La película se siente como un experimento más que como una obra maestra.
Nota: 6/10