Le Vilain (2009)

“Le Vilain” es un pequeño golpe de maestría cinematográfica, un estudio de personajes inquietantes y una comedia negra que te atrapa desde el primer plano y no te suelta hasta el final. La película, dirigida con una precisión casi quirúrgica por Jean-Pierre et Luc Dardenne, no busca la grandilocuencia ni la espectacularidad, sino que se fija en la cotidianidad, en la lucha por la supervivencia y en la fuerza de los vínculos familiares en un contexto de creciente amenaza. La película, lejos de ser un simple entretenimiento, provoca una reflexión sutil pero efectiva sobre la ética, la justicia y la resistencia ante la maquinaria del capitalismo.

La dirección de los hermanos Dardenne es, como siempre, impecable. Su estilo, caracterizado por la economía visual y el uso del plano secuencia, crea una atmósfera de tensión y claustrofobia, incluso en las escenas aparentemente más tranquilas. Observamos la vida en el barrio a través de los ojos del protagonista, un hombre marcado por su pasado y atrapado en una situación cada vez más peligrosa. No utilizan efectos especiales ni artificios para generar impacto; la fuerza reside en la naturalidad de la representación y en la capacidad de transmitir emociones a través del lenguaje corporal y la expresión facial de los actores.

Las actuaciones son, sin duda, uno de los puntos fuertes de la película. Albert Dupontel, en el papel de Maniette, ofrece una interpretación magistral. Su personaje es un enigma, una mujer dura, cándida y profundamente arraigada a su territorio. Catherine Frot, como su madre, aporta una complejidad emocional palpable, mostrando la fragilidad y el coraje de una mujer que no se deja intimidar por las circunstancias. Bouli Lanners, como el hijo, logra equilibrar la inocencia y la desconfianza, complementando a la perfección la dinámica familiar. Es un trabajo coral que demuestra la fuerza de la colaboración entre los actores.

El guion, adaptado de la obra teatral de Charles Bukowski, es inteligente y subversivo. No se ofrece una solución fácil ni una defensa explícita contra la especulación inmobiliaria, sino que se centra en la resistencia individual. El conflicto no se presenta como un enfrentamiento directo entre el protagonista y el antagonista, sino como una serie de pequeños actos de sabotaje, de trucos y de artimañas que reflejan la desesperación y la frustración de un hombre que no se puede doblegar. La película utiliza la comedia para criticar la deshumanización del sistema y la pérdida de identidad en un mundo cada vez más dominado por la lógica del mercado. Es una comedia que, en definitiva, te hace pensar y sentir.

En resumen, "Le Vilain" es una joya cinematográfica que merece ser vista y valorada. Es una película dura, pero también esperanzadora, que celebra la dignidad humana y la importancia de la comunidad. Una película que, a pesar de su temática, te hace reír y, a la vez, te hace reflexionar sobre la naturaleza humana. Es una obra que se queda grabada en la memoria y que, sin duda, te hará volver a pensarlo.

Nota: 8.5/10