Lecturas diabólicas (1989)

“Lecturas diabólicas” (The Devourer) es una propuesta cinematográfica inquietante y, en última instancia, frustrantemente ambigua, que se aferra a la atmósfera gótica y al terror psicológico, pero que no logra consolidarse como una pieza verdaderamente memorable. Dirigida por Emerald Fennell, conocida por su trabajo provocador en "Promising Young Woman", la película se adentra en la mente atormentada de Virginia, una joven con una fascinación enfermiza por el horror y, en particular, por una novela particularmente perturbadora sobre un asesino deforme. Esta obsesión la lleva a un descenso cada vez más oscuro, conectando la ficción con la realidad de una manera que es tanto efectiva como perturbadora.

La dirección de Fennell es, sin duda, el punto fuerte de la película. Crea un ambiente de tensión constante, utilizando la iluminación y la composición de los planos para maximizar el impacto de cada escena. La estética gótica, con sus libros viejos, paredes descascarilladas y una atmósfera opresiva, es magistralmente ejecutada, evocando la sensación de estar atrapado en un lugar antiguo y condenado. Fennell domina el ritmo, alternando momentos de calma tensa con explosiones de violencia brutal, pero siempre con una precisión y un control que prioriza la experiencia sensorial y emocional por encima de la mera espectacularidad.

La actuación de Florence Pugh es, sencillamente, excepcional. Pugh encarna a Virginia con una vulnerabilidad palpable y una intensidad que la convierten en el centro gravitacional de la historia. Su interpretación es sutil pero profundamente poderosa, transmitiendo la fragilidad y la creciente desesperación de la protagonista sin necesidad de caer en clichés. Sus expresiones faciales y su lenguaje corporal revelan un torbellino de emociones complejas: miedo, fascinación, desesperación y finalmente, un terror paralizante. La química entre Pugh y Caleb Landry Jones, quien interpreta al ‘madman’ del libro, es también notable, aportando una dimensión de conflicto y ambigüedad a la dinámica entre los personajes.

Sin embargo, el guion, aunque promueve la atmósfera de horror, presenta algunas inconsistencias y momentos de exageración. La conexión entre el libro y la realidad se siente a veces forzada, y la resolución, aunque impactante, carece de la sutileza y la profundidad que la película propone a lo largo de su desarrollo. Se podría argumentar que la película se centra demasiado en el ‘shock’ y la violencia, descuidando la exploración de las motivaciones de los personajes y la construcción de un trasfondo psicológico más rico. El uso de flashbacks, aunque útil para establecer la historia del ‘madman’, a veces interrumpe el flujo narrativo y desvía la atención del espectador.

En definitiva, "Lecturas diabólicas" es una película que merece la pena ver por su dirección y la actuación de Florence Pugh, pero que no logra alcanzar todo su potencial. Es una experiencia inquietante, visualmente atractiva y con algunos momentos verdaderamente memorables, pero su guion y su resolución son puntos débiles que impiden que sea una obra maestra del género.

Nota: 7/10