Lemon (2017)

“Lemon” es una película agridulce y, en cierto modo, brutalmente honesta sobre la desesperación y la inercia. Dirigida por Aaron Kaufman, la película no ofrece un melodrama convencional, sino una observación clínica y a veces incómoda de un hombre en un punto muerto existencial. Kaufman se aleja de las fantasías y las soluciones fáciles, optando por un realismo que puede resultar desalentador, pero también profundamente resonante.

La película gira en torno a Isaac Lachmann, interpretado magistralmente por Paul Dano. Dano logra transmitir la apatía y la frustración de un hombre que se siente atrapado en una espiral descendente. Su actuación no se basa en grandes explosiones emocionales, sino en la sutil contorsión de sus músculos, en la mirada vacía, en los gestos repetitivos. Es una actuación de “silencio”, de la que emana una profunda tristeza. Kaufman se sirve de primeros planos y movimientos de cámara pausados para acentuar esta sensación de estancamiento, haciendo que el espectador se sienta como un observador cómplice de la lenta destrucción de la vida de Isaac.

El guion, escrito por Kaufman y Aaron Kaufman, es la columna vertebral de la película. No es un guion repleto de diálogos brillantes o tramas complejas. En cambio, se centra en las pequeñas, insidiosas rutinas de la vida de Isaac: su trabajo monótono, sus intentos fallidos de reavivar la relación, las visitas a su familia. Estas escenas, aparentemente mundanas, se acumulan y crean una atmósfera de desesperación. La película evita juicios morales sobre el personaje; lo presenta como una víctima de las circunstancias, de sus propias decisiones, y quizás, de un destino implacable. La ambigüedad del guion es una de sus mayores virtudes; obliga al espectador a cuestionar si Isaac es culpable de su desgracia o si simplemente es un producto de una sociedad que lo ha despojado de sus sueños.

La dirección de Kaufman es precisa y autoritaria. Utiliza la paleta de colores apagados y los escenarios grises para reforzar la sensación de desolación. La fotografía de Thieu Duc Vuon es evocadora, capturando la belleza melancólica de los paisajes de los Estados Unidos rurales, pero también su aislamiento y soledad. La música, minimalista y a menudo inquietante, complementa la atmósfera opresiva de la película. Sin embargo, algunas escenas podrían sentirse un poco largas y podrían beneficiarse de un ritmo más dinámico. Aunque el ritmo es deliberado, a veces se siente que la película se arrastra demasiado, perdiendo cierta fuerza emocional.

En definitiva, "Lemon" es una película que no seduce ni consuela. Es una experiencia cinematográfica dura, pero gratificante. Si estás buscando un drama psicológico introspectivo que te haga reflexionar sobre la vida, la pérdida y la búsqueda de significado, esta película te recomendaría encarecidamente. No es un espectáculo para olvidar, pero sí, un film que te marca por su autenticidad.

Nota: 7/10