Leonera (2008)

“Leonera” no es una película que te deja indiferente, sino que se instala en tu mente como una melodía repetitiva, a veces inquietante, que difícilmente se borra. La obra de Daniel Alterman, con un ritmo pausado y una atmósfera densa, se adentra en la desolación y la complejidad moral de una mujer atrapada en una situación abrumadora. Julia (Martina Gusman) es, sin duda, el centro de gravedad de esta historia, y su interpretación es, sencillamente, magnífica. Gusman logra transmitir con una sutileza impresionante la angustia, el miedo, la desesperación y, a la vez, la feroz voluntad de una mujer que se enfrenta a la aniquilación personal y legal.

La película se basa en la premisa de un crimen sin explicación clara, lo que genera un estado de incertidumbre constante que impregna cada escena. La dirección de Alterman es precisa y se centra en los pequeños detalles que revelan la vida insulada y brutal dentro de la cárcel. La fotografía, con predominancia de grises y tonos apagados, acentúa la sensación de opresión y deshumanización. No se recurre a excesos visuales, sino que la fuerza reside en la observación minuciosa de las interacciones entre los internos y la descripción de la rutina monótona que consume sus vidas. El uso del silencio, interrumpido solo por diálogos escasos y cargados de significado, contribuye a crear una atmósfera de tensión y fatalidad.

El guion, a pesar de su lentitud, es notable por su riqueza narrativa. Alterman no busca dar respuestas fáciles ni simplificar las complejidades de la situación. En lugar de ello, nos presenta un retrato honesto y sin concesiones de la vida carcelaria y, sobre todo, de la lucha interna de Julia. La relación con Tomás, su hijo, es el núcleo emocional de la película. La angustia de una madre que debe enfrentarse a su propia condena mientras su hijo crece, es desgarradora. La película explora temas como la justicia, la maternidad, la responsabilidad y el impacto del trauma en la psique humana, sin caer en el melodrama barato. El personaje de Tomás, interpretado con naturalidad por Bruno Raponi, aporta una dimensión de inocencia y vulnerabilidad a la trama, intensificando el conflicto moral.

Si bien la lentitud del ritmo puede ser un obstáculo para algunos espectadores, es precisamente este ritmo pausado el que permite a la película sumergirnos completamente en la experiencia de Julia. La película no se enfoca en la acción, sino en la introspección y la construcción de personajes complejos. Es una obra que invita a la reflexión sobre la naturaleza humana y las consecuencias de nuestras acciones. “Leonera” no es un thriller convencional, sino una película psicológica que explora las grietas del alma humana con una honestidad implacable. La película, en definitiva, es un ejercicio de dirección y guion impecables, sostenido por una actuación sobresaliente de Martina Gusman.

Nota: 8/10