Leprechaun 2 (1994)

“Leprechaun 2” no es, ni mucho menos, una obra maestra del cine de terror o comedia. Sin embargo, es una película que, de manera deliberada, se sumerge en la absurdidad y el exceso, una práctica que, en cierto modo, la hace digna de análisis. La premisa, con el Duende que espera pacientemente hasta su dos mil aniversario para vengarse de una novia que no le fue concedida, es intrínsecamente ridícula, y la película abraza esa locura sin remordimientos, lo cual, en esencia, es su principal atractivo y también su principal problema.

El guion, escrito por la misma dupla que dio vida a la original, es un ejercicio de sinsentido creativo. Las situaciones son constantemente exageradas, las frases cliché abundan y la lógica, cuando existe, es prácticamente inexistente. No obstante, esta falta de coherencia, lejos de ser un defecto, se convierte en un elemento clave para el disfrute, ya que permite al espectador desprenderse de cualquier pretensión de seriedad y simplemente disfrutar del espectáculo. La trama se desarrrolla a un ritmo vertiginoso, con un flujo constante de muertes repentinas, persecuciones sin sentido y revelaciones inesperadas, aunque muchas de estas son tan mal construidas que, en lugar de sorprender, solo generan frustración.

La dirección de Stephen Knepper no ofrece grandes sorpresas, ni en términos de ambición visual ni de innovaciones técnicas. Se centra en mantener un tono visualmente plano, con colores apagados y una iluminación que prioriza la oscuridad. Las escenas de acción, aunque numerosas, carecen de dinamismo y creatividad. La fotografía, en general, es funcional, pero nunca destaca. La edición, aunque rápida y eficiente, contribuye a la sensación de caos que impregna la película.

En cuanto a las actuaciones, Leo Cullen como el Duende mantiene una expresión constante de desprecio y malicia, y aunque su personaje es caricaturesco, Cullen lo interpreta con un grado de convencimiento que, a su manera, resulta entretenida. La joven protagonista, Shannon Flanagan, ofrece una actuación discreta, cuyo papel se limita a ser la víctima andante de las maquinaciones del Duende. Sin embargo, el personaje de Cody, interpretado por Tim Choate, es el que más justifica la atención del espectador; aunque con un arco argumental predecible, Choate logra transmitir un punto de valentía y determinación que contrasta con la inmundicia general de la película.

En definitiva, "Leprechaun 2" no pretende ser una película profunda o reflexiva. Es una simple y torpe comedia de terror, un festín de clichés y un ejercicio de exageración. Si buscas algo que te haga pensar o te emocione, es probable que te decepciones. Pero, si buscas una película fácil de ver, llena de momentos absurdos y con un tono general de despreocupación, "Leprechaun 2" puede ofrecerte una dosis ocasional de entretenimiento involuntario.

Nota: 4/10