“Les Aristos”, la nueva película de Martin Provost, no es solo un drama familiar, sino una meditación melancólica sobre el peso del pasado y la dificultad inherente a definir la identidad cuando se está enraizado en una tradición opresiva. La película, a pesar de su trama aparentemente sencilla, se sumerge en la atmósfera densa y claustrofóbica de una aristocracia en declive, ofreciendo una experiencia visual y emocionalmente rica que, sin embargo, a veces se ve obstaculizada por su propia rigidez.
La dirección de Provost es, en esencia, la columna vertebral de la película. El uso de la cámara es meticuloso, a menudo empleando planos cerrados para profundizar en las expresiones de los personajes, especialmente las de Charlotte (Laetitia Dosier), quien encarna la desesperación y la búsqueda de soluciones pragmáticas con una notable sutileza. El trabajo de la cinematografía, con sus tonos apagados y su iluminación natural, contribuye a la sensación de decadencia y aislamiento que impregna la narración. La elección de la paleta de colores es particularmente efectiva, subrayando el contraste entre la opulencia perdida y la precariedad actual de la familia Arbac de Neuvilles.
Las actuaciones son, en su gran mayoría, sobresalientes. Laetitia Dosier entrega una interpretación magistral como Charlotte, cuya vulnerabilidad se revela gradualmente a medida que se enfrenta a la inminente pérdida de su hogar y su legado. También vale la pena destacar el trabajo de Théo Friot como Vincent Desagnat, un personaje complejo con una creciente conciencia moral que se debate entre la lealtad a su familia y el deseo de hacer lo correcto. Sin embargo, algunos personajes secundarios, aunque bien interpretados, carecen de la profundidad necesaria para sentirse realmente integrados en la trama.
El guion, aunque intrincado en su planteamiento, a veces se ve afectado por una excesiva linealidad. La presentación de los personajes y sus motivaciones podría haber sido más gradual, permitiendo una mayor conexión emocional con el espectador. La investigación histórica, aunque precisa, a veces domina la narrativa, desvíándose del ritmo narrativo y ralentizando el desarrollo de la tensión dramática. No obstante, la exploración de los secretos familiares, el peso de las tradiciones y la dificultad de romper con el pasado son temas poderosos y universalmente relevantes, y Provost se las ingenia para convertirlos en elementos centrales de la trama.
En definitiva, “Les Aristos” es una película que invita a la reflexión, con una atmósfera evocadora y actuaciones convincentes. Aunque no está exenta de fallos, logra crear un retrato inquietante de una élite en crisis, confrontada con la realidad de su pasado y la incertidumbre de su futuro. Es una obra que, al final, queda con un sabor amargo, como un último bocado de un pastel que ya no sabe a dulce.
Nota: 7/10