Les Boys III (2001)

“Les Boys III” no es la resurrección cinematográfica que muchos aficionados al hockey y a la nostalgia podrían haber esperado, pero tampoco es un desastre total. La película, que regresa después de un largo paréntesis, se aferra con tenacidad a la fórmula que hizo famoso a la saga y, en cierto modo, eso es algo a agradecer. No se trata de una obra maestra, ni mucho menos, pero sí de una comedia deportiva que cumple su cometido: ofrecer entretenimiento ligero y una buena dosis de humor torcido, con un sabor agridulce a lo que ha sido la trilogía original.

La película se centra en la tensión entre la tradición y el negocio. El regreso del entrenador Stan, interpretado con ese peculiar carisma que lo ha caracterizado, es el catalizador de esta dinámica. Su personalidad, a veces excéntrica y a menudo exasperante, se ve en conflicto con la creciente influencia de un empresario ambicioso que ve en “Les Boys” una oportunidad de negocio considerable. Este antagonismo central proporciona la base para el conflicto principal, pero a veces se siente un tanto simplista, casi caricaturesco. La película no profundiza lo suficiente en las implicaciones del dinero y el deporte, limitándose a presentar una confrontación maniquea entre la pasión por el hockey y la voracidad del capitalismo.

Las actuaciones son sólidas. Pierre-Émile Lebeau, como Stan, mantiene la esencia del personaje, aunque a veces se siente un poco forzado. Los actores que interpretan a los jugadores – Rémy Girard, Patrick Huard y Serge Thériault – cumplen su función, aportando un buen toque de humor y credibilidad a sus roles. Sin embargo, la película no les permite mucho espacio para desarrollar personajes más complejos o explorar sus motivaciones más allá del amor por el hockey. La química entre los jugadores es palpable y contribuye significativamente al disfrute de la película, aunque a veces el humor se basa en estereotipos un poco burdos.

En cuanto al guion, la película se siente un tanto repetitiva. Los gags, a menudo basados en situaciones embarazosas o comportamientos exagerados, se repiten con demasiada frecuencia, perdiendo su impacto. Además, la trama principal se desarrolla de forma predecible, sin giros inesperados ni sorpresas significativas. Se siente que la película tiene más ideas para una serie de televisión que para una película de una sola entrega. El ritmo también es irregular, con momentos de tensión y comedia intercalados de forma poco armoniosa.

A pesar de sus fallos, “Les Boys III” tiene ciertos encantos. La película captura fielmente el espíritu del hockey amateur canadiense, con sus rivalidades locales, sus momentos de gloria y sus derrotas humillantes. Hay una cierta nostalgia inherente a la historia, que evoca los buenos recuerdos de la trilogía original, y la película se beneficia de ello. Es una película entretenida, pero no transformadora. No intenta ser más de lo que es: un reencuentro con una franquicia querida y un recordatorio de que, a veces, lo mejor es quedarse con lo que se conoce y se ama.

Nota: 6/10