“Les doy un año” es una comedia romántica refrescante y, a veces, francamente divertida, que se adentra en las complejidades del inicio de una relación. La película, dirigida por Steve Healey, logra capturar con notable precisión el caos y la euforia que acompañan a los primeros meses de matrimonio, evitando los clichés típicos del género. No es una revolución cinematográfica, claro está, pero sí un relato honesto y, en su mayoría, encantador sobre la fragilidad de los votos matrimoniales y la importancia de la comunicación.
La dirección de Healey se caracteriza por un estilo visual sencillo pero efectivo. No busca grandilocuencias ni efectos especiales, sino que se centra en la calidez de las interacciones entre los personajes. Se observa un uso natural de la cámara y un ritmo ágil que mantiene el interés del espectador sin sentirse apresurado. La película respira una atmósfera de cercanía, como si estuviéramos presenciando una conversación íntima con un amigo cercano. Sin embargo, a veces la simplicidad estética podría haber sido reforzada con un tratamiento de color más distintivo, para darle una identidad visual más marcada.
Las actuaciones son uno de los puntos fuertes de la película. Mark Willson y Sarah Bolger transmiten una química genuina que hace que la historia sea creíble. Willson interpreta a Josh con una vulnerabilidad y un humor contagioso. Su personaje es, a veces, un poco ingenuo, pero su sinceridad y su deseo de complacer a Nat (Bolger) son entrañables. Bolger, por su parte, ofrece una interpretación sólida, mostrando la lucha interna de una mujer que, aunque enamorada, se siente amenazada por la presencia de Guy (Daniel Heath) y la posible amenaza a su matrimonio. Heath, como el conquistador Guy, aporta un toque de maldad juguetona que añade una capa interesante a la trama. Su personaje no es un villano caricaturesco, sino un rival con motivaciones comprensibles, lo que lo convierte en un antagonista más complejo e interesante.
El guion, escrito por Healey y Rob Coopey, no presenta grandes sorpresas, pero sí plantea preguntas interesantes sobre la dinámica de las relaciones. La película explora la importancia de la comunicación abierta, la gestión de las inseguridades y la necesidad de mantener viva la pasión en la pareja. La trama, centrada en los "descubrimientos vergonzosos" y la tentación, es a la vez divertida y realista, reflejando las dificultades que pueden surgir cuando la rutina intenta apagar la chispa. Aunque algunos diálogos pueden resultar un poco forzados, la película logra transmitir de forma efectiva la sensación de que el amor verdadero requiere esfuerzo, compromiso y, a veces, incluso un poco de drama. La película consigue, además, dar una vuelta de tuerca a las convenciones del género, mostrando que el verdadero desafío no radica en vencer al rival externo, sino en mantener viva la relación interna.
Nota: 7/10