Let the Bullets Fly (2010)

“Let the Bullets Fly” (放饭干饭), la última película de Wong Kar-wai, no es una explosión de acción desenfrenada como su título pudiera sugerir, sino una meditación sutil y, a veces, dolorosamente lenta sobre la ambición, la traición y la búsqueda de la identidad en una China en transición. Wong Kar-wai, maestro de la atmósfera y del ritmo pausado, no se atreve a simplificar la historia, optando por un enfoque que, aunque puede resultar frustrante para algunos espectadores, es intrínsecamente más rico y complejo.

La película se centra en Zhang Mazi (Jiang Wen), un bandido astuto y carismático que, junto a Tang (Ge You), se hace pasar por el nuevo gobernador de la Ciudad del Ganso. Este montaje, cuidadosamente construido, establece desde el principio la tensión: una disonancia palpable entre la legitimidad oficial y la corrupción rampante que acecha bajo la superficie de la ciudad. La química entre Jiang Wen y Ge You es fascinante. Jiang Wen, como siempre, ofrece una actuación magistral, capaz de transmitir tanto la astucia del bandido como su profunda soledad. Su Zhang Mazi es un personaje contradictorio, un hombre que anhela la aprobación y el respeto, pero que también está dispuesto a traicionar para conseguirlo. Ge You, por su parte, proporciona un contrapunto elegante y a menudo melancólico al personaje de Tang, un hombre atrapado en una red de deudas y conspiraciones.

Chow Yun Fat, en el papel de Huang, el mafioso local, está excepcionalmente frío y calculador. Su presencia es imponente, no por la fuerza física, sino por la autoridad que irradia a través de su mirada. La dirección de Wong Kar-wai desmenuza la relación entre Huang y Zhang Mazi, revelando un fascinante juego de poder basado en la confianza, el miedo y la manipulación. La película no recurre a la violencia gráfica, sino que la tensiona a través de miradas, gestos y el susurro de las palabras. El uso de la música, la banda sonora es exquisita, con piezas de Gu Ning que contribuyen a la atmósfera opresiva de la ciudad.

El guion, adaptado de la novela homónima de Guan Hu, no es una narrativa lineal. Se construye a través de fragmentos y conversaciones, permitiendo al espectador armar la historia de manera gradual. A veces, esta estructura puede resultar confusa, pero en última instancia, contribuye a la sensación de inmersión en un mundo donde las reglas son diferentes y la verdad se vuelve relativa. Wong Kar-wai no ofrece respuestas fáciles. La película termina con una ambigüedad deliberada, dejando al espectador reflexionando sobre los motivos de cada personaje y las consecuencias de sus acciones. “Let the Bullets Fly” no es un espectáculo visualmente impactante, pero sí una experiencia cinematográfica profundamente satisfactoria para aquellos que aprecian el cine que exige atención y recompensa con una reflexión sobre la naturaleza humana.

Nota: 7/10