Leyendas de pasión (1994)

“Leyendas de Pasión” no es una película que impacta desde el primer segundo, sino que construye lentamente su fuerza, un melodrama western que recuerda a las épocas doradas del género, pero con un toque de romanticismo agridulce que le otorga una particular resonancia emocional. La película, dirigida por Robert Palmer, se centra en la vida de William Ludlow, un veterano de la Primera Guerra Mundial que ha optado por la soledad y la autoexilio en un rancho de Montana, lejos de su esposa y sus tres hijos. La atmósfera, inicialmente austera y fría, refleja la soledad de Ludlow y su mundo, pero poco a poco, con la llegada de nuevas vidas, la historia se inunda de pasión y conflicto.

La dirección de Palmer, aunque no particularmente audaz ni experimental, es competente y se dedica a plasmar la belleza salvaje y la brutalidad de la vida rural de Montana. La película se beneficia de un encuadre amplio que muestra la inmensidad del paisaje, contrastando con los interiores claustrofóbicos del rancho, y de una paleta de colores cálidos y terrosos que evocan la época. Sin embargo, la película podría haber sido más dinámica en su ritmo; a pesar de que se centra en una historia con el potencial de ser trepidante, el desarrollo de los acontecimientos a veces se siente pausado, y carente de la urgencia que podría haberle conferido mayor atractivo. La tensión se construye más a través de las miradas y los silencios que entre los personajes, que no siempre son lo suficientemente efectivos para generar una verdadera inquietud.

El reparto es sólido en general. David Niven, en el papel de William Ludlow, ofrece una actuación matizada y convincente, transmitiendo la dureza del personaje, pero también su vulnerabilidad y su búsqueda de redención. Sus hijos, interpretados por tres jóvenes talentosos – Alfred Gwynne, Tristan Morton y Samuel East – muestran distintas facetas de la juventud y la responsabilidad, aunque algunos de sus personajes carecen de profundidad. La interpretación de Joan Collins como la femme fatale, Susannah, es particularmente destacada; Collins sabe cómo transmitir tanto la belleza seductora como la oscuridad oculta tras su sonrisa. Su presencia es, sin duda, un punto fuerte de la película, y la química que se establece entre Collins y Niven es palpable y tensa.

El guion, adaptado de la novela de Christopher Leeming, presenta un desarrollo de personajes interesante, explorando temas como el amor, la lealtad, la traición y la búsqueda de identidad. El conflicto entre el pasado de Ludlow, marcado por la guerra y la pérdida, y su deseo de reconstruir una vida familiar es el núcleo de la trama. Sin embargo, algunos diálogos resultan un tanto artificiosos y forzados, y la resolución final, aunque satisfactoria, carece de la fuerza dramática que se podría haber esperado. La historia, aunque con un trasfondo melancólico, no logra explotar al máximo el potencial dramático de sus personajes y de su entorno.

Nota: 6.5/10