En el punto de mira (2002)

“En el punto de mira” (Point of No Return), dirigida por Andrew Buehala, es una película que se aferra a la tensión y al suspense, aunque a veces se ve oscurecida por algunos clichés del género de thriller. La premisa inicial es fascinante: un padre devastado por la muerte de su hijo, Joe, decide tomar la justicia en sus propias manos, secuestrando a la esposa del fabricante de las armas que causaron la tragedia, Liberty Wallace. La película, desde el minuto uno, te atrapa con una atmósfera opresiva y un ritmo implacable que te obliga a seguir cada movimiento de los personajes. No se entretienen en explicaciones innecesarias; se concentran en la ejecución brutal y visceral de la trama.

El director Buehala consigue, con maestría, crear un ambiente claustrofóbico y peligroso. La película se desarrolla principalmente en un pequeño y aislado hotel, lo que intensifica la sensación de vulnerabilidad y atrapamiento. El uso de la iluminación y la puesta en escena son efectivos para transmitir la desesperación y el miedo de los personajes. Sin embargo, la historia se centra casi exclusivamente en los personajes principales, y eso limita la posibilidad de desarrollar personajes secundarios más profundos. Aunque Oliver Platt ofrece una interpretación convincente como Victor Wallace, el hombre atormentado y con problemas de adicción, la película carece de la profundidad emocional que podría haber enriquecido la narrativa.

Las actuaciones son destacadas, especialmente la de Linda Fiorentino como Liberty Wallace. Su personaje es complejo y contradictorio: una mujer hermosa y sofisticada que se ve obligada a lidiar con una situación aterradora y que intenta, sin éxito, mantener la compostura. Wesley Snipes, como Joe, transmite un sufrimiento palpable y una determinación implacable que lo convierten en el núcleo de la película. Su interpretación es intensa y convincente. La tensión entre Joe y Liberty, un juego de gato y ratón peligroso y lleno de suspense, es uno de los puntos fuertes del filme. La película juega constantemente con la incertidumbre, haciendo que cada diálogo, cada mirada, cada movimiento sea cargado de significado. La dirección de arte y la fotografía son impecables, contribuyendo a crear un ambiente visualmente rico y evocador.

El guion, aunque eficiente en su construcción de suspense, a veces recurre a mecanismos de trama predecibles. La “juego del teléfono” con el teléfono de contacto se convierte en un elemento recurrente y, a veces, forzado. Además, la resolución final, aunque sorprendente, se siente un poco abrupta y podría haber tenido mayor desarrollo. A pesar de estas pequeñas fallas, “En el punto de mira” es un thriller tenso y bien ejecutado que merece la pena ver. Es una película que te mantiene al borde del asiento y que te hace reflexionar sobre la naturaleza de la venganza y las consecuencias de nuestras acciones. No es una obra maestra, pero sí una experiencia cinematográfica intensa y memorable.

Nota: 7/10