Líbranos del mal (2014)

“Líbranos del mal” es una película que, a pesar de su temática inherentemente perturbadora, logra construir una atmósfera de tensión sostenida y un relato que, en última instancia, resulta inquietante y, sorprendentemente, humano. La dirección de Michael Mohan se distingue por su elegancia visual, utilizando una paleta de colores apagados y la fotografía en blanco y negro de forma magistral para realzar la sensación de sombrío y peligro que impregna cada escena. Mohan evita caer en el cliché del found footage o la exageración gráfica, optando por una aproximación realista que se beneficia enormemente de la inquietud que genera la historia.

Las actuaciones son uno de los puntos fuertes indiscutibles de la película. Eric Bana, como Ralph Sarchie, ofrece una interpretación convincente, transmitiendo la evolución de un policía escéptico, atormentado por sus propias experiencias y confrontado con una realidad que desafía toda lógica. Su rostro, a menudo marcado por la duda y el cansancio, es un reflejo perfecto del peso emocional que lleva la investigación. Sin embargo, la verdadera revelación se encuentra con Edgar Ramírez, quien interpreta al padre Ben, un sacerdote que no se parece en absoluto al estereotipo del cura preocupado. Ramírez aporta una mezcla perfecta de pragmatismo y fe, un hombre de la iglesia con sus propios métodos, sus dudas y una honestidad brutal que anclan la película a una base realista, evitando que se convierta en un cuento de fantasía inverosímil. La química entre ambos actores es palpable, fundamental para el desarrollo de la trama y la credibilidad del relato.

El guion, escrito por Michael Feifer y Michael George, es notable por su capacidad para mantener al espectador en vilo. La trama no se basa en sustos fáciles o persecuciones frenéticas. En cambio, se centra en la construcción gradual de la historia, explorando las creencias y miedos de los personajes, y presentando una visión matizada de la religión y la espiritualidad. La película no ofrece respuestas definitivas, sino que plantea preguntas sobre la naturaleza del mal, la fe y la posibilidad de la intervención divina. Si bien algunos diálogos podrían sentirse un poco forzados, la coherencia general de la narrativa y la gradual apertura de los personajes al misterio que se desarrolla, contribuyen a que la película no se siente como una simple parodia del género. La película logra insinuar que, a veces, el miedo más tangible es el que reside en el interior de uno mismo.

En definitiva, "Líbranos del mal" es una experiencia cinematográfica tensa y perturbadora que, más allá de su temática sobrenatural, es una reflexión sobre la condición humana y la búsqueda de la redención. Es un thriller psicológico que se disfruta tanto por su suspense como por la profundidad de sus personajes. Una película que no dejará indiferente al espectador, y que permanecerá en la memoria con una sensación inquietante y, en cierto modo, satisfactoria.

Nota: 7/10