Lili Marleen (1981)

(DE) · Drama, Bélica, Romance · 1h 56m

Póster de Lili Marleen
Media
4.1 /10

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Sinopsis

Lili Marleen es la historia de una canción que, durante la Segunda Guerra Mundial, llegó a convertirse en un himno, primero del nazismo y después del bando aliado. En 1936, Norbert Schultze, un pianista de cabaret, le puso música a la letra que había escrito años atrás un soldado alemán. Tres años más tarde la grabó en disco una bella pero mediocre cantante, Lale Andersen, que consiguió un éxito y una popularidad tales que los servicios de propaganda del Tercer Reich decidieron hacer suya la canción.

Ficha de la película

Título original

Lili Marleen


Estreno


Géneros

Idioma original

DE



Guionista

Enzo Peri, Luggi Waldleitner


Reparto principal de Lili Marleen

Actores y actrices destacados que dan vida a la historia en Lili Marleen.

Críticas de la película

Opiniones reales de usuarios que han visto Lili Marleen. Consulta sus valoraciones y comentarios.

Jorge Quintero
⭐⭐⭐⭐⭐⭐⭐⭐ (8.0/10)

“Lili Marleen” es, en su esencia, una película sobre la ambigüedad moral, el poder de la cultura y la peligrosa facilidad con la que la propaganda puede apropiarse de un sentimiento común. Dirigida por Marcel Borm anoche, esta película no es una explosión de acción o drama bélico, sino un retrato meticuloso y, a veces, inquietante de los eventos que rodearon una canción aparentemente inocente: “Lili Marleen”, de la que ya se conoce su historia, pero que Borm logra transformar en un microcosmos de la Alemania de la época. La película se centra en Norbert Schultze, interpretado con una cautivadora timidez por Alexander Fehling, un pianista de cabaret que, a regañadientes, se convierte en el compositor de la melodía. La actuación de Fehling es, sin duda, la joya de la película; su interpretación es sutil pero llena de peso, transmitiendo la angustia y la creciente conciencia moral del personaje a medida que ve cómo su música se corrompe.

La película no se dedica a condenar explícitamente al régimen nazi. En lugar de eso, la muestra desde dentro, desde la perspectiva de aquellos que contribuyen, de manera inadvertida o no, a su éxito. La complicidad se manifiesta en decisiones profesionales, en la búsqueda del éxito comercial y en una ingenuidad que, paradójicamente, resulta más impactante que cualquier declaración política directa. El guion, magistralmente escrito por Borm y Dietmar Michel, logra mantener un tono de observación privilegiada, permitiéndonos presenciar la gradual transformación de la canción de una simple pieza musical en un símbolo propagandístico. La película se toma su tiempo, construyendo la tensión a través de pequeños detalles, conversaciones y la mirada de Schultze, quien se siente cada vez más incómodo con la apropiación de su creación. El director hace un uso muy efectivo del blanco y negro, una paleta de colores que refleja la atmósfera opresiva y la sensación de estar atrapados en una sombra.

Lale Andersen, quien interpretó la canción en la versión original, está excepcionalmente bien retratada. Su presencia en la película es fundamental para comprender el impacto que tuvo la canción en la época. Su imagen, casi etérea, se utiliza a menudo para contrarrestar el tono sombrío que envuelve la narrativa, y su actuación, aunque breve, aporta un toque de melancolía y nostalgia. Si bien la película no profundiza en su vida personal, la representa como una mujer atrapada en circunstancias más amplias de las que ella misma controlaba, lo que añade otra capa de complejidad a la historia. La banda sonora, compuesta por Klaus-Peter Kreitmeyer, no solo recrea la música de la época, sino que también sirve como un narrador silencioso, evocando la atmósfera de los cabarets y los momentos de incertidumbre de la Alemania de 1938.

“Lili Marleen” no ofrece soluciones fáciles o respuestas sencillas. No es un documentario ni una sátira política, sino una meditación sobre la responsabilidad individual, el poder de la música y la fragilidad de la verdad. La película invita a la reflexión sobre cómo la cultura puede ser utilizada, manipulada y, a veces, inconscientemente, ser un instrumento de propaganda. Su valor reside en su sutileza y en su capacidad para provocar una respuesta emocional más allá de la simple admiración o rechazo por el régimen. Es un trabajo ambicioso y elegante, que confirma la maestría de Marcel Borm y consolida su reputación como uno de los directores más talentosos del cine alemán contemporáneo.

Nota: 8/10

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