Lincoln (2012)

“Lincoln” (2012) de Steven Spielberg es mucho más que una biografía política; es una meditación visceral sobre la carga de la responsabilidad, el peso de la historia y la fina línea entre el pragmatismo y la moralidad. Spielberg, a menudo asociado a la grandilocuencia, aquí demuestra una notable elegancia y un control absoluto de la narrativa, optando por un enfoque íntimo y reservado que, sorprendentemente, se siente más impactante que cualquier escena de batalla propagandística. La película no glorifica la guerra ni al líder, sino que lo presenta como un hombre atormentado por la sombra de la tragedia y la necesidad urgente de salvar a su país.

Daniel Day-Lewis, en una actuación magistral y que le valió el Oscar, ofrece una interpretación que redefine el concepto de “interpretación”. Se sumerge por completo en el personaje, adoptando su postura, su voz, sus pequeños gestos. No busca un Lincoln heroico, sino uno vulnerable, un hombre de edad y con un desgaste emocional evidente. La sutileza de su actuación, su mirada cansada y la forma en que se debate entre el deseo de proteger a su nación y la convicción de que la esclavitud debe ser erradicada, son profundamente conmovedoras. La química entre Day-Lewis y Tommy Lee Jones, como William Seward, el senador de Nueva York, es crucial para el éxito de la película, creando una dinámica de poder y confianza que impulsa la trama.

El guion, adaptado de Doris Kearns Goodwin’s libro “Team of Rivals,” es extraordinariamente inteligente. No se centra en los eventos grandiosos, sino en la maquinaria política y el proceso de negociación. La película muestra con detalle el arduo trabajo de Lincoln y su equipo para convencer a los senadores indecisos, revelando la complejidad de las negociaciones y el profundo desprecio hacia la diplomacia superficial. La trama, a pesar de su enfoque en la política, es absorbente y mantiene al espectador con la tensión constante de saber si la enmienda será aprobada a tiempo. Spielberg evita simplificaciones y presenta a los personajes con sus virtudes y sus defectos, mostrando las motivaciones detrás de cada decisión, incluso de las más controvertidas. El contraste entre la desesperación de los tiempos, la inminente amenaza de la muerte y la esperanza de un futuro sin esclavitud, es palpable en cada escena.

La dirección de Spielberg es, como siempre, impecable. Aunque la película no contiene escenas de batalla, logra transmitir la atmósfera de una nación al borde del colapso. El uso de la luz, el sonido y la música crea un ambiente de tensión y drama, complementando la poderosa interpretación de Day-Lewis. La película, en última instancia, es un testimonio del poder de la perseverancia, la diplomacia y la capacidad de un hombre para dejar un legado imborrable. Es una obra que trasciende la biografía y se convierte en una reflexión sobre la condición humana.

Nota: 9/10