“Linda quiere pollo” es una comedia familiar que, aunque se basa en una premisa simple, logra sorprendernos por su capacidad de entretejer una historia entrañable y, sorprendentemente, profunda. La película, dirigida por Christian Surdez, no se limita a ser un simple gag con un pollo como objetivo final. En su lugar, plantea una reflexión sutil sobre la culpa, el perdón y la importancia de reconectar con los seres queridos, todo ello envuelto en un humor inteligente y un ritmo ágil.
Paulette, interpretada con una ternura innegable por Camille Joy, se encuentra ante un error que la atormenta: la severidad con la que castigó a su hija Linda. Su deseo de reparar lo sucedido la lleva a emprender una búsqueda absurda pero, a la vez, conmovedora: obtener un pollo, el alimento que Linda tanto anhela. La química entre Camille Joy y su hija, Lola Lebrun, es el corazón de la película. La interpretación de Lola es natural y convincente, ofreciendo un contrapunto perfecto a la exasperación y el cariño de Paulette.
La dirección de Surdez se caracteriza por un estilo visual limpio y cuidado, que combina con maestría el humor con la sensibilidad. La película se beneficia de un guion bien construido, que evita los clichés y se centra en la evolución del personaje de Paulette. La trama, que se desarrolla durante una huelga general, añade una capa adicional de complejidad y humor. Las situaciones que se plantean, desde intentar conseguir un pollo en medio de un paro laboral hasta los intentos de Paulette de conectar con su hija, son ingeniosas y bien ejecutadas. La película no se toma la propia huelga como un mero trasfondo, sino que explora las consecuencias sociales y emocionales que genera, creando momentos de reflexión junto a la comedia.
Es importante destacar el trabajo del equipo técnico, especialmente en la banda sonora, que complementa a la perfección la atmósfera de la película. Las canciones, particularmente, juegan un papel importante en el desarrollo de la trama y en la expresión de las emociones de los personajes. “Linda quiere pollo” no intenta ser una obra maestra del cine, pero sí consigue transmitir un mensaje claro y relevante con un toque de optimismo. Su enfoque en las relaciones familiares y la redención de errores ofrece una experiencia cinematográfica agradable y, sobre todo, memorable. La película recuerda que a veces, las soluciones más simples son las que nos conectan más profundamente con quienes amamos.
Nota: 7.5/10