“Listos para Luchar” no es, ni mucho menos, una obra maestra de la narrativa cinematográfica. Sin embargo, sorprende por su refrescante audacia y la agradable dosis de nostalgia que evoca, especialmente para aquellos que crecieron en la época dorada de la lucha libre profesional. La película, dirigida con un cariño evidente por Ericson Core, no pretende ser una épica de acción, sino más bien una comedia de aventuras con un núcleo emocional que, aunque no siempre logra conectar a fondo, ofrece momentos genuinamente divertidos y, en ciertos momentos, hasta conmovedores.
La dirección se caracteriza por un ritmo ágil y una estética que recuerda a las películas de los 80. Las escenas de lucha, aunque obviamente estilizadas y con un presupuesto limitado, son dinámicas y visualmente atractivas. Core, sin embargo, no se conforma con reproducir clichés; introduce pequeños detalles que le dan personalidad al universo de la lucha libre: la meticulosidad en la preparación de los personajes, la importancia de la música, la atmósfera de las arenas. Lo que me resultó particularmente interesante fue el uso de la cámara, que a menudo se acerca a la arena, casi como si el espectador estuviera presenciando el combate desde la primera fila.
David Arquette, como el devoto Gordie, aporta una presencia carismática y un humor que, si bien a veces es un poco forzado, logra generar cierta simpatía. Su compañero de reparto, Sean (Garrett M. Brown), se complementa bien, ofreciendo un contrapunto más cínico y pragmático a la devoción incondicional de Gordie. La química entre los dos actores es fundamental para el desarrollo de la trama, y ambos cumplen con creces su papel, mostrando un arco de evolución en sus personajes a lo largo de la película.
El guion, escrito por Core y Ryan Schenkler, es donde la película tiene sus mayores debilidades. Si bien la premisa –la búsqueda de un ídolo caído– es interesante, la ejecución es a veces predecible y carente de profundidad. Los diálogos, en general, son simplistas y a menudo exagerados. Sin embargo, el guion tiene algunos momentos brillantes, especialmente en las escenas de desarrollo del personaje y en la caracterización del antagonista, Titus Sinclair (Peter Mara), cuya motivaciones, aunque cliché, son presentadas de una manera creíble. La película, a pesar de sus fallos, no se toma a sí misma en serio, y esta actitud contribuye a mantener el interés del espectador. El desarrollo de la historia, aunque un tanto lineal, es capaz de enganchar y mantener el interés, especialmente gracias al componente cómico.
En definitiva, “Listos para Luchar” es una película entretenida y, para los amantes de la lucha libre, un auténtico homenaje a esa época. No es una obra maestra, pero ofrece una experiencia agradable y, sobre todo, un respiro refrescante en un panorama cinematográfico a menudo abrumador. Es un pequeño tesoro para aquellos que recuerdan con cariño los gladiadores del ring y los tiempos en que la pasión por la lucha libre era una fuerza imparable.
Nota: 6.5/10