Little Nicky (2000)

“Little Nicky” es una de esas películas que, a posteriori, se vuelve objeto de un cierto cariño nostálgico, a pesar de que en su momento fue recibida con escepticismo y con razón. Dirigida por Michel Gondry, con la producción ejecutiva de Danny DeVito y con un guion de Robert Benjamin, la película no se toma a sí misma en serio y explota su premisa de manera tan absurda que, para sorpresa del espectador, termina siendo entretenida. Sin embargo, para llegar a ese punto, atraviesa un camino argumental bastante irregular, con momentos de brillantez interrumpidos por otros de notable debilidad.

La película se centra en Nicky, el hijo menor de Satanás, quien, aburrido de la monotonía del infierno y la exigencia de su padre, decide intentar una vida normal en Nueva York. El problema es que ninguno de sus hermanos mayores, Cassius y Adrian, posee la maldad necesaria para liderar el nuevo reino infernal, por lo que Nicky se ve obligado a disimular su identidad y a convertirse en un humano. La premisa, aunque sencilla, abre la puerta a una serie de situaciones cómicas y surrealistas, y Gondry se permite experimentar con la narrativa de formas muy inusuales, incluyendo efectos especiales muy llamativos y una banda sonora particular. La puesta en escena es, sin duda, uno de los puntos fuertes de la película, con planos inclinados, movimientos de cámara creativos y un estilo visual que se aleja del cine de terror tradicional.

Las actuaciones son un punto muy positivo. Mike Myers, en el papel de Nicky, entrega una interpretación sorprendentemente sutil y divertida. Se aleja de su imagen habitual de comediante slapstick y ofrece un personaje con un toque de vulnerabilidad y duda, lo que le da una profundidad inesperada al personaje. Wayne Knight, como el sarcástico y frustrado hermano Cassius, aporta un contrapunto agudo y bien calibrado a la torpeza de Nicky. La película también cuenta con el apoyo de un elenco de secundarios sorprendentemente sólido, con James Belushi como el jesuita Padre Pio, aportando un toque de humor agridulce. Sin embargo, el guion, aunque intenta ser ingenioso y provocar la risa, no siempre logra el objetivo. Hay diálogos que se sienten forzados y situaciones que resultan innecesariamente complicadas, lo que perjudica el ritmo de la película. A pesar del esfuerzo de Gondry, el guion carece de una coherencia global y de un mensaje claro.

En definitiva, “Little Nicky” es una comedia de terror con elementos de fantasía que se distingue por su originalidad visual y por las interpretaciones sólidas de sus protagonistas. No es una obra maestra, y el guion tiene sus fallos, pero la película ofrece un entretenimiento ligero y una buena dosis de humor. Es una película que se puede disfrutar si no se espera una narrativa compleja y que está dispuesta a dejarse llevar por su ambiente surrealista y sus situaciones absurdas. No es una película para recordar, pero sí una experiencia divertida y peculiar.

Nota: 6/10