Lobo (1994)

“Lobo” (The Revenant), la última obra de Alejandro González Iñárritu, no es una película para disfrutar de una noche relajada. Es una experiencia visceral, una inmersión en la brutalidad de la naturaleza y en la lucha desesperada por la supervivencia. Más allá de la recreación visual impactante, la película se erige como un profundo análisis de la condición humana, explorando temas como el dolor, la venganza, el arrepentimiento y la búsqueda de redención.

Leonardo DiCaprio, una vez más, demuestra su versatilidad y su capacidad para transformarse. Su interpretación de Hugh Glass es monumental. No se trata de una simple representación del héroe solitario; DiCaprio explora con una intensidad conmovedora la gradual degradación física y emocional de Glass. La película se sumerge en el proceso de curación, no solo físico, sino también psicológico, mostrando una lucha interna constante que se manifiesta en su mirada, en su lenguaje corporal, en su forma de interactuar con el mundo. La actuación de DiCaprio es un verdadero triunfo, especialmente en la etapa final de la película, donde el dolor y la determinación se entrelazan para crear un retrato inolvidable del personaje.

La dirección de Iñárritu es impecable. Se aleja de la grandilocuencia y la acción directa, apostando por la lentitud y la sutileza. La película se construye a través de imágenes y silencios, permitiendo al espectador experimentar el dolor y la soledad de Glass. El uso de la fotografía es sobresaliente, creando atmósferas opresivas y gélidas que reflejan el aislamiento y la hostilidad del entorno. Los paisajes, extensos y desolados, no son meros fondos de pantalla; son personajes en sí mismos, que influyen directamente en la experiencia del espectador.

El guion, adaptado de un relato de Richard Hough, está meticulosamente construido. El ritmo pausado puede resultar lento para algunos, pero es fundamental para transmitir la sensación de incesante lucha. La película no intenta explicar por qué Glass quiere vengarse; lo importante es el proceso de venganza en sí mismo, la búsqueda de justicia en un mundo que lo ha abandonado. La trama se centra en la relación de Glass con John Fitzgerald (brillantemente interpretado por James Garner), un traidor que se convierte en un inesperado aliado, aportando un contrapunto moral a la obsesión vengativa del protagonista. Las escenas entre ambos, cargadas de tensión y ambigüedad, son algunos de los momentos más memorables de la película.

Sin embargo, es importante reconocer que “Lobo” es una película que exige una gran dosis de paciencia y compromiso por parte del espectador. No es una película para desconectar y olvidar, sino una experiencia intensa que permanece en la memoria mucho después de que los créditos finales hayan terminado de rodar. La película se aferra a lo esencial, a la crudeza de la vida salvaje y a la profunda melancolía del protagonista. Es una obra que provoca reflexión sobre la naturaleza de la supervivencia y el precio de la venganza.

Nota: 8.5/10