Loco cielo de abril (2014)

“Loco cielo de abril” es una película que se instala en la mente y no se va. No se trata de una explosión de acción o de una trama compleja que desafíe la inteligencia del espectador, sino de una exploración lenta y, a veces, desconcertante de la existencia, el anhelo y la búsqueda de sentido. La película, dirigida con una sensibilidad palpable por Mateo Guzmán, se centra en la conexión improbable entre Bruno, interpretado con una vulnerabilidad conmovedora por Ricardo Cubero, y Abril, un personaje encarnado por la inconfundible Macarena Gómez. La relación, inicialmente basada en un encuentro casual, se convierte en un descenso a una realidad donde la línea entre la percepción y la realidad se difumina peligrosamente.

La dirección de Guzmán es magistral, especialmente en la construcción de la atmósfera. El uso de la fotografía, con un predominio de tonos suaves y desaturados, contribuye a crear una sensación de melancolía y misterio. No hay un excesivo dramatismo; el ambiente se construye a través de detalles visuales, de la música (una banda sonora evocadora que se suma a la atmósfera) y del ritmo pausado del metraje. Este enfoque, aunque puede resultar lento para algunos, es fundamental para la película, ya que permite que el espectador se sumerja en el estado mental de Bruno y comprenda su crisis existencial.

La actuación de Macarena Gómez como Abril es, sin duda, el corazón de la película. Gómez logra transmitir la complejidad del personaje, su enigmática visión de la vida, y la carga emocional que la impulsa a vivir al margen de la sociedad. No se trata de una interpretación grandilocuente, sino de una mirada serena y penetrante que obliga al espectador a cuestionar sus propias certezas. Ricardo Cubero también ofrece una actuación sólida, mostrando la angustia y la determinación de Bruno con una honestidad brutal. La química entre ambos actores es evidente, y es a través de su interacción que el espectador se siente más cerca del drama que se despliega.

El guion, coescrito por Guzmán y Juan José Toro, es donde la película más notablemente puede presentar problemas. La historia, aunque planteada con una premisa interesante, a veces se siente un poco confusa, dejando ciertos elementos sin desarrollar a fondo. La justificación de las acciones de Abril, en particular, no siempre es clara y, en algunos momentos, parece que la película se desvía hacia una abstracción que diluye el impacto emocional. No obstante, la ambigüedad de la película es precisamente lo que la hace memorable; la película no ofrece respuestas fáciles, sino que invita al espectador a reflexionar sobre las preguntas que plantea. La trama necesita, quizás, un poco más de pulido para evitar la sensación de que se pierde en la introspección sin un claro propósito narrativo.

A pesar de este pequeño fallo en el guion, “Loco cielo de abril” es una película visualmente hermosa y emocionalmente resonante. Es un retrato del anhelo, la búsqueda de sentido y la disidencia, una película que, si bien no lo explica todo, dejará al espectador pensando mucho después de que los créditos finales hayan pasado.

Nota: 7/10